Poema | Trabajos manuales
La tensión se me baja
cuando el trabajo manual se lleva a cabo.
La tensión me nubla los pensamientos
en todos lados quiero meter el dedo,
es algo que me avergüenza admitir.
Debo seguir la senda de la fidelidad
Ella está lejos y yo estoy solo.
Veo faldas cortas en todas las direcciones,
la presión me ahorca,
me imagino flores rosadas
debajo de los ropajes,
me imagino choques de cuadriláteros;
entre dos géneros opuestos
con gemidos de placer
en vez de gritos de colera.
La conciencia se me escurre
el instinto sobrepone.
Debo ejercer fuerza manual
así poder encerrar a la bestia,
que ronda por alli, anteponiendo
la fina soledad que me acompaña.
Ella está lejos,
pero de vez en cuando la lujuria me arropa.
Es una mal para mi juramento.
Los ojos no los puedo cerrar
cuando atisban melones grandes y redondos,
kiwis de colores vivaces
y de una contextura salvaje, presumo.
Debo recurrir a la mano
y no necesariamente para escribir.
Debo esgrimir la muñeca
y no necesariamente una espada.
Hay femeninas por todas partes
perfumadas con exquisitos aromas;
desde coco hasta fresca melocotón,
desde paraíso tropical hasta sales exóticas.
Ella está lejos
y me salva, me incita con sus promesas.
Mi juramento me hace mantener firme.
Esperarla es el consuelo que me queda.
La obra manual es llevada a cabo.
Ella está lejos.
Debo volar el cometa
y no necesariamente por ocio.
Debo mover la mano
y no necesariamente para saludar.
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