Un pájaro raro, digo raro porque llevaba el plumaje peinado, generalmente las aves andan despelucadas, pero esta siempre andaba acicalada.

Vuela raro, digo raro porque se contoneaba de derecha a izquierda, generalmente las aves lo hacen de atrás hacia adelante, pero esta siempre andaba de lado.

Esta ave rara, se posaba siempre en la misma rama, en realidad con los años descubrí, que no es que se posará en la misma rama, sino que llevaba la rama siempre con ella, quizá por eso su vuelo era con meneo y no recto, por el peso extra de este tronco. El palo de árbol nunca decía nada, parece conforme con su situación, aunque pude notar, que cada vez que se acercaba un piojo, abría un ojo, parpadeaba con afán, entonces, el piojo se marchaba.

Nunca detalle su canto, era raro, digo raro porque sonaba desafinado, generalmente las aves cantan entonado, pero esta siempre gritaba sin medida, a veces otras aves lo miraban y le decían― cállate que espantas ―pero a este pájaro raro, las habladurías no le importaban, se sentía orgulloso de su desentonada.

Escuché su canto desafinado, descubrí porque transporta una rama siempre colgando, al parecer aprendió de un caracol longevo, que el hogar siempre se lleva consigo, sin importar la lluvia, el sol, el frío, el granizo, el ruido, mientras tenga su hogar en forma de rama, en cualquier lugar podrá sentirse seguro.

Así termina la historia de un pájaro raro, digo raro porque lleva un tronco colgando, generalmente a las aves no les cuelga nada, pero esta siempre lleva una rama, que abre un ojo para espantar la plaga y así conservar el hogar libre de cualquier cosa deforme.