Relatos Sombríos de la Gran Caracas (Cap. I)
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I
15 de enero de 2016, 4:00 AM Suena de ringtone y alarma la canción de La Pokemona, un swing marginal y sexista despierta a Maryelis Verónica Suárez Bermejo, o Mary, como la conoceremos en este relato. El sol aún no asoma su existencia en las calles calurosas y polvorientas de Charallave, la negra noche de madrugada espera impaciente su final, Mary se levanta de mal humor motivada por la alarma en consonancia con los quejidos de su madre - ¡Apaga esa vaina carajita y anda a vestirte! - sentencia.
Pantalón roto por zozobra y no por moda visten las delgadas piernas cobrizas de Mary, agarra su sostén de talla pequeña, la camisa del uniforme, desayuna “conflei” con leche, se pinta los labios se peina y a las 5:13 AM está en la parada esperando el carrito por puesto sola.
5:20 AM Un autobús destartalado hace su ruta, se detiene en la parada y Mary sube, le da al conductor 15 billetes de 100 bolívares -La ruta a Caracas está en tres mil- Dice el conductor, esperando la otra parte del pago.
-¿Cuándo lo subieron? -Responde ella, preocupada porque con ese aumento se quedó sin dinero para
la vuelta.
-Se aprobó ayer- Sentenció el conductor sin más. Preocupada por su pasaje de vuelta y sin pensarlo demasiado terminó de pagar y cogió asiento.
6:24 AM El autobús va lleno con gente de pie, última parada antes de entrar en la cota mil. Dos frases de presentación crispan, ponen pelos de punta y abren los ojos como huevos fritos.
-Bueno mi gente vamos a hacer el cuento corto, bájense de la mula y entréguennos sus vainas de valor, quien lo piense dos veces un tiro y chao estamos es cocoseco e´ mente mi convive y yo, no nos vamos a calar mariqueras- Teléfonos celulares viejos y desgastados, bolsos de mano y efectivo fueron entregados en la mano que no apuntaba con un cañón. El hecho de ser pobre y haber sido víctima multitud de veces de situaciones de ese tipo hicieron que los malvivientes pasaran de largo cuando vieron a Mary.
Amenazaron al conductor para detener la unidad y huyeron con el no muy apreciable botín. Así comenzaba la mañana de ella al menos dos veces por semana.