Audiolibro Novela | El Diario | Capitulo 3

Andrés corrió hasta su casa, emocionado tras conocer a Ana. La madre esperaba en la cocina, sirviendo el desayuno de forma pausada, ensimismada en sus pensamientos, al oír la puerta, volteó rápidamente la mirada hacia allí, y con voz sobreprotectora le dijo.

-Hijo, no deberías salir tanto…

Andrés sin dejarla terminar la frase, la interrumpió.

-¡Ay Mamá! Si voy a vivir mi vida por poquito, creo que no vale la pena preocuparse tanto, deja al menos que disfrute las pocas horas que me dieron.

Andrés empezó a toser de forma repentina y fuerte.

-¿Estás bien? Hijo ¿Estás bien? Al médico, sí. Tengo que llamar al médico.

Nerviosa la madre no encontraba que hacer, poco a poco la tos fue aliviándose en Andrés.

-No. Mamá estoy bien, tranquila ya se me va a pasar, ya ves, ya ves –dijo tratando de calmar su reciente crisis.

-Será mejor que reposes –dijo ella más calmada.

-No. Yo tengo que ir a…

-Ningún tengo que ir –La madre, le interrumpe con prontitud- A dormir. Irás más tarde y si te calmas.

Andrés se mordió los labios y bajó la mirada, sabía que su madre, acostumbrada a ser mamá y papá, no negociaba sus decisiones tras la mirada definitiva. Cabizbajo, el joven se dirigió a su cuarto, con el diario sujeto entre ambas manos, se arrojó a la cama.

-No lo entiendo, me niegan la vida y ahora la libertad ¿Qué sigue? ¿El derecho al cielo? –tumbándose boca arriba, estiró sus brazo alzando el diario- Bueno diario, ya conoces a la chica nueva, sí, Ana ¡Que fuerza tiene! Seguro vivirá mucho. ¡Bah! Al cuerno, no puedo seguir lamentándome, debería hacer un manual: “Como sonreír con el reloj en tu contra”.

Andrés se tumbó sobre un costado, aferrado al diario como si de un salvavidas se tratase. Se durmió. Luego de un rato despertó, miró su reloj y exclamó:

-Ya me quedan 225 horas ¡Qué! Tengo casi 4 horas dormido, debo irme, Ana me espera.

Sin más el chico se fue nuevamente a la plazoleta, llegando nuevamente a la gris banqueta, se sentó.

-Aquí estoy, otra vez conversando solo conmigo ¡Solo! Empiezo a tomar ideas a esa frase –Andrés silenció, fijó su mirada al frente y se reprochó a sí mismo- ¿Entonces? ¿No habíamos quedado en ser optimistas?

En ese momento llega Ana.

-¿Qué hay chico amargado?