La Felicidad y el arte de vivir en Erich Fromm
“La felicidad no es el premio de la virtud sino la virtud misma”. Spinoza, Ética
Si vivir es un arte, nuestra obra maestra es nuestra propia personalidad. Tarea difícil y la más importante, ya que debe hacerse conservando nuestra propia integridad, gastando nuestras energías para acrecentar nuestros poderes, de amar, de crear, de pensar.
Al gastar nuestras energías de esa forma, sentimos gozo, referido a un acto singular, siendo la felicidad esas experiencias continuas de gozo, esas pequeñas alegrías de las que hablaba Hermann Hesse, que es la mejor prueba de que vivimos con autenticidad. Ese gozo es un triunfo interno, un esfuerzo creativo, la alegría que acompaña a todo esfuerzo creativo en el pensar, sentir, actuar, no es simplemente, como el placer, una liberación de la tensión al satisfacer una necesidad fisiológica o psicológica, sino un fenómeno de abundancia, madurez y gozo.
La búsqueda desenfrenada de placer nace de un fenómeno de escasez, de la falta de productividad y seguridad interior y de gozo que proviene del amor productivo. En este sentido, el gozo es un fenómeno vinculado a la libertad, no a la necesidad, a la productividad no a la impotencia y dependencia, sino a la potencia e independencia. Un acto creador, no la sumisión al destino inexorable de la necesidad.
La felicidad revela el bienestar de la persona en su totalidad, siendo un reflejo del incremento de su vitalidad, de la intensidad de sus pasiones, sus pensamientos y su amor a la vida, por el contrario, la infelicidad va unida a la disminución de las capacidades creativas, la vitalidad, las pasiones y pensamientos.
La salud mental para Fromm es la atracción por la vida y todo lo que contribuye a su crecimiento, lo patológico, por el contrario, es la atracción por todo lo que nocivo a la personalidad total, los esfuerzos inconscientes que producen el bloqueo y detienen el desarrollo de la persona, que sería la esencia del masoquismo. El masoquismo moral, que es más abarcador que el sexual, es el deseo de ser dañado psíquicamente, ser humillado y dominado, mientras que su contraparte, el sadismo moral es, por lo tanto, el deseo de dominar, dañar y humillar.
Necesitar aquello que es dañino y perjudicial es la esencia de la enfermedad mental, como ocurre con las personas que sufren de algún trastorno adictivo o las personas que se someten a la autoridad de un líder, o figura poderosa, renunciando cobardemente a su libertad. En ese sentido, el placer puede estar vinculado a lo patológico y estar en contradicción con los verdaderos interese del ser humano, como se observa en el consumo de drogas o en los fenómenos colectivos fascistas y comunistas.
Una persona que viva para satisfacer las normas de la ética universal, cuyo fin es el desarrollo y crecimiento del ser humano, alcanzará la felicidad y el sentido en su vida, pero ese logro va a depender del coraje que tenga el ser humano para ser él mismo y de ser para sí mismo.
Referencias:
Fromm, Erich (2011). Ética y psicoanálisis. Fondo de Cultura Económica.
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