De regreso a la juventud

    

        La mañana traía una brisa fría, así que pensé en quedarme unos minutos más debajo de las sabanas, pero ella insistió en levantarse cosa que no me sorprendió, pues cada día que transcurría era como una fotocopia del anterior (con ciertas variaciones) todo un ritual desde la hora de levantarse hasta el momento de ir a dormir, así que todo lucia tranquilo, normal, igual, salió por la puerta delantera para tomar agua del tanque y lavar los surcos de su rostro mientras observaba el hermoso paisaje, su paisaje, su tierra, sus orquídeas, sus cujíes, sus tunas de cardón, en fin su única posesión, su tesoro, yo no la perdía de vista aun sabiendo todo lo que haría.              

        Sí, después caminaría un poco revisarías las plantas a su paso inclinándose con cierta dificultad, entraría por la puerta trasera se sentaría junto a la mesa a la espera del café, yo que entendía perfectamente la situación le servía además del café su desayuno. Ella, una vez que desayunaba buscaba el peine que nunca encontraba a pesar de estar siempre en el mismo lugar, como todo en la casa, y es que si se me ocurría la brillante idea de sacar un de las camas para tener más espacio, era el peor pecado que se había cometido a lo largo de la toda la historia humanidad, así era ella, y así la quería, con sus rutinas, con sus amarguras, con la monotonía de su vida, que ahora era también mi vida, hasta ese momento sentía y me decía que nada me podía sorprender, sin embargo mientras estoy barriendo la casa noto que entra al cuarto, tardando algún tiempo, pensé:  

              -Seguro está durmiendo-   

        Pero no, a los minutos sale del cuarto con su mejor vestido y se sienta en el banco que da a la puerta principal de la casa, mientras se teje su larga cabellera, ella estaba ansiosa miraba una y otra vez a la puerta preguntándome la hora, de pronto su voz empezó a quebrarse inesperadamente se apodero de ella el llanto, el dolor, yo no sabía qué hacer, ella lloraba a lagrima viva, gemía como si le hubiesen arrebatado la esperanza, solo pregunte: ¿Mamá que pasa? Su voz se escapó de la tristeza para decirme.

          –Él no vendrá- 

         ¿Quién es él? Pregunte 

         -Florencio el papá del niño que tengo, su padre nunca me ha querido seguramente se enteró que venía a vernos y lo encerró- 

      Ella, mi madre de noventa y seis años de edad que se había convertido en una niña de cuidados ahora lloraba como una adolescente por alguien que nunca llegaría   

           -Mamá tal vez tiene mucho trabajo- 

         -Tranquila- 

        -Si le dijo que viene es porque viene-    

        No se me ocurría nada mejor y solo quería que el día terminara, que el sueño la invadiera olvidara a Florencio el amor de su juventud y todo volvería a la normalidad, eso pensaba yo, a la mañana siguiente sus primeras palabras fueron.

         ¿Y mi mamá? 

       ¿No ha venido?  

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