La vida del Apóstol Pablo #51 - El poder de las manos que sanan
El poder de las manos que sanan
MATEO 9:27-31 Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: !!Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
La fama de Jesús se había extendido por todo el país hasta el punto en que Juan el Bautista se enteró de estos milagros a pesar de que estaba en prisión. Leemos esto en MATEO 11:2-5; MATEO 12:22-31; MATEO 20:29-34.
Este mismo relato se registra de manera un poco diferente en MARCOS 10 veamos:
MARCOS 10:46-52 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
En MATEO 21:14 encontramos a Jesús en Jerusalén en el templo. El versículo dice así:
Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.
Leemos el siguiente relato de un ciego sanado en:
MARCOS 8:22-25 Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
Hay muchos más relatos en las Escrituras donde Jesús sanó a los enfermos, los ciegos, los cojos y los afligidos. Los discípulos de Jesús prendieron de Él, y después de que ellos también Fueron llenos del Espíritu Santo, los milagros se multiplicaron.
Un hombre cojo fue sanado en HECHOS 3 por la oración de Pedro en el nombre de Jesucristo de Nazaret. Pedro y Juan fueron perseguidos por esta acción, pero el resultado final fue que se hicieron aún más famosos.
Así es como HECHOS 5 registra la historia.
HECHOS 5:12-15 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
Los seguidores de los Apóstoles aprendieron de ellos del maravilloso poder sanador de Jesús. Se habla de siete de estos seguidores en HECHOS 6. El más famoso de estos siete es Esteban, de quien leemos en HECHOS 6:8 Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.
En algún momento, Ananías de Damasco fue testigo del poder sanador de Jesús y se familiarizó con el poder y la manifestación del Espíritu Santo, y con lo que puede suceder cuando se imponen las manos sobre los enfermos.
Jesús mismo después de su resurrección les dijo a sus discípulos estas palabras registradas en MARCOS 16:17-18 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
Ananías de Damasco también había aprendido esta lección.
Querido lector, seas bendecido en cada área de tu vida!
"La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén." 2 Co. 13:14