NO HURTARÁS ... TAMPOCO EL TIEMPO DE LOS DEMÁS
Somos muy conscientes de que no se debe de robar o hurtar. Curiosamente, todo el mundo piensa inmediatamente en dinero y en bienes privados . Pero robar el tiempo a los demás no es menos grave. Y sin embargo, poca gente piensa en el daño que esto puede causar.
Un ejemplo: un empleado que llega 5 minutos tarde al trabajo y se va cinco minutos antes, roba a su empresa 50 minutos semanales o 200 minutos al mes. A lo largo de un año laboral, esto son 2,200 minutos que igualen a unos 36 horas, es decir: casi una semana laboral.
A lo largo de una vida, un robo así de insignificante se remonta a casi 35 semanas laborales.
Añadimos a eso la pausa para fumarse un pitillo (multiplicado por 4 a lo largo del día) y un promedio de 35 minutos que el empleado promedio se gasta en usar su ordenador en el sitio de trabajo para asuntos personales, llegamos a unos 85 minutos al día no trabajados, pero remunerados. Esto son 1,700 minutos al mes y 18,700 minutos al año. Son 311 horas robadas que equivalen a un promedio de 3.000 euros (en algunos casos más y en otros menos).
El daño para la economía de un país es enorme. En el concreto caso de España, la suma total equivale aproximadamente lo que Rajoy ahora quiere ahorrar con sus últimas medidas.
Pero el robo del tiempo no acaba ahí, por supuesto. Es un ejemplo de centenares.
Otro ejemplo: tomamos la vida pública: ¿cuánto tiempo espera el ciudadano español para renovar su carnet (pasaporte), en el INEM, en la sala de espera del médico o para hacer cualquier gestión en su universidad, ayuntamiento, etc.? Pues, son 36 horas al año. Es decir: el ciudadano promedio pierde unos 360 euros al año por la incapacidad de la administración pública de funcionar adecuadamente. Sumando estas cifras, para cada persona activa llegamos a una cifra de 9.000.000.000 euros perdidos.
Un estado que roba a sus ciudadanos este importe por su manifestada incapacidad de organizarse adecuadamente, dificilmente puede contar con el apoyo incondicional de la gente.
Y un último ejemplo: la próxima vez que vayas a una farmacia, cuenta el tiempo que los empleados tardan en recortar (con el obvio peligro para la integridad física de sus dedos) los códigos de barra de las cajetillas. Hablé ayer con una farmaceutica de mi barrio y ella estima que un 15 % del tiempo total del trabajo se gasta en esta actividad que en el siglo XXI se puede gestionar perfectamente con la ayuda de un escáner y un sistema informatico que evita los fraudes como ocurre en docenas de otros países de este mundo y funciona a la perfección.
Me ahorro más ejemplos. El robo del tiempo es el mayor factor nocivo de nuestra economía. Y consecuentemente la pérdida económica por ese robo de tiempo de todos los días es astronómica.
"No hurtarás", dice el octavo mandamiento. Tampoco el tiempo de los demás.