Ciudad de las furias: Mi día de hoy
Hoy fue un día de esos que no vale la pena recordar, en donde solo quieres llegar a casa encender un cigarrillo y olvidar todo. Cuando ves la cara real del ser y el espiral de salvajismo y degeneración, solo queda refugiarse en sí mismo y dar gracias a lo que sea por no ser así.
Día a día en la Ciudad de las furias
Hoy como de costumbre me levanto antes de que salga el sol, como, me baño y me visto, listo para encarar un nuevo día. Bajo, desde la excelente vista que me brinda un piso 21, a enfrentarme a las calles de la ciudad de las furias.
Con la cartera en el bolsillo de adelante, mi smartphone de gama ni idea, en el bolso escondido entre libros y hojas sueltas, coloco mi ipod roto entre mi pantalón y mi interior de manera que no se vea y taladro mi cerebro con música, es la única forma de hacer más digerible todo.
A las 5:45 de la mañana uno esperaría ver las calles vacías, pero al abrir la puerta lo primero que tropiezo es con gente de todas las formas, colores, religiones e índoles políticas mezcladas haciendo una cola para el pan.
Una fila que no he logrado determinar cuán larga es, tampoco tengo intención alguna de hacerlo. Cruzo la calle a esperar un autobús que me deja a pocas cuadras de mi destino, hace muy poco tiempo no había que esperar por ellos, pero ahora la fila se parece a la del pan.
Decidido a no dejar que la falta y la exacerbada deficiencia del transporte público afecte mi mañana, ni la pronta y precisa llegada a mi destino, rápidamente tomé la decisión de seguir el peregrinaje de cientos de personas que como yo, pensaron que sería mucho mejor la idea caminar hasta las entrañas de la ciudad capital.
En las diferentes panaderías se repetía la misma escena, cientos de persona haciendo filas, en sus caras no se veía más que un vacío, algunos conversaban sobre la situación, otros pedían a Dios, la mayoría se resignaba a su funesto destino.
Bajo el volumen de música, porque la preocupación de la penumbra ensordece mi cerebro, incluso estando rodeado de cientos de personas que como yo peregrinan hacia las entrañas de la ciudad, no logro sentirme seguro. Mientras nos acercamos, el grupo se hace más nutrido, aun así aquella sensación no abandona mi cuerpo.
En la cara de todos veo cansancio, incluso siendo martes, la mezcla de cansancio y preocupación nos invade a todos y aun asi, tenemos miedo el uno del otro, la penumbra de la madrugada que arropa esa avenida, esa acera bajo el puente es muy aterradora, porque todos sabemos que peligros pudiesen haber en ella.
Me abraza el miedo y la desconfianza y volteo mi bolso hacia adelante, sigo mi camino, a pocas cuadras de las entrañas de la ciudad.
Entrañas de una ciudad podrida.
Acelero el paso y con un gesto rápido saco mi cartera el ticket naranja, esquivo a las personas, no escucho a nadie, tampoco tengo ninguna intención de hacerlo y me adentro a tratar de tomar el 1er vagón metro y poder llegar a mi destino.
Muchos se encuentran en aquel andén, que uno pensaría que estaría desolado a esas horas de la mañana, cuando los rayos de sol no han empezado asomarse entre los edificios y el frío decembrino llega hasta los huesos.
LLega el 1er tren, lleno de gente, la única imagen que se me viene a la cabeza son vacas, que han abandonado toda esperanza de una vida diferente y se acercan al matadero sin pedir clemencia o incluso tratar de alzarse contra el verdugo.
Como si las ganas de vivir y las fuerzas de aferrarse a la vida se parecieran más a la muerte, todos entran con fuerza al tren, algunos tratan de escabullirse entre la estampida de gente, mientras doy unos pasos atrás y decido esperar.
Uno, dos, tres...cinco trenes
Y logró subirme al tren, solo logro sentirme como una vaca camino al matadero, mientras en mi ipod suena walk with me in hell. Mientras no acercamos a la estación Plaza Venezuela, todos se acomodan para salir de aquel artificio de muerte, en donde todos nos confundimos el uno con el otro y es imposible distinguir a alguien en una marea de rostros y cuerpos.
Gente que a pesar de tener rostros diferentes, yo solo logro ver rostros funestos que incluso entre sus risas saben que caminan juntos al matadero.
Las puertas se abren, y el desespero crece, aquellos queriendo entrar y aquellos queriendo salir, golpes, insultos, el llanto de un bebé, una señora mayor en el piso, logró salir a duras penas, la primera acción que viene a mi mente es tocarme el cuerpo y ver que todo está en su lugar.
Doy gracias a Dios y sigo mi camino, aun más adentro de las entrañas de la ciudad.
Caminando hacia la transferencia de la línea 2 del metro, una persona mayor, un hombre con cara cansada y funesta como todas se me acerca con cara de preocupación pidiendo una dirección.
No se por qué, pero retiré mis audifonos y lo escuche, le di las indicaciones que me pedía, cuando con una rabia brutal toma mi camisa por el cuello y profesa "dame el teléfono"
No logro mirar a los lados, solo veo sus ojos inyectados en sangre y la adrenalina corre por mis arterias. Una acción que no reconocía en mí sucedió, levante mi brazo derecho con un puño cerrado y lo clavé en su rostro, no se cuantas veces lo hice, pero fueron las suficientes para que me soltara.
Me gustaría decir que pare, me gustaría decir que seguí mi camino, pero iracundo y consumido por la cólera me le acerque, con los puños cerrados y arriba y le asestó otro golpe en el rostro.
Veía la sangre salir de su nariz y mis manos temblaban, mi frente sudaba y sentía como la adrenalina cumplía su efecto y ya abandonaba mis arterias, un momento en blanco llego a mi.
No había nada, sólo silencio, después vista nublada y mis lentes lejos.
Sentí como su puño se estrellaba contra mi sien, y mis lentes salían disparado lejos, otra vez la ira volvió a mi, una cólera ciega que no perdona ni razona, alze mis puños otra vez solo para encontrarme que estaba solo, que mi atacante había huido.
Alguien me acerco mis lentes, una cara desconocida igual de funesta y podrida, y me dice "al menos le diste su coñazo"
Al despertar de ese trance me vi a mi mismo con la mano dolorida y un zumbido incesante en mi oreja, toque otra vez mi cuerpo para darme cuenta que todo estaba donde debía.
Gracias a Dios solo me voy, con una mano inflamada, y un golpe en la cabeza. Las miradas voltearon a mi por un minuto, solo por un minuto, del resto como vacas al matadero todos siguen su camino y yo me uní a ellos.
Me gustaría decir que esta historia termina aquí, que adentrándome en las entrañas de una ciudad podrida no encontré más miseria, pero mentiría, mientras mi mente olvida su rostro y se confunde con lo sucedido, esperando el próximo y último tren hacia mi destino, en el andén como un muerto en vida más, veo un niño con una bolsa de transparente de pan en sus brazos.
Estoy lo bastante cerca para escucharlo hablar con su madre, estaba emocionado porque comería pan con mortadela. Vestía zapatos negros de esos que se usan para ir al colegio, y un pantalón de vestir azul oscuro sucio, con una camisa negra igual de sucia, un niño a esas horas de la mañana debería estar o durmiendo o en colegio, no emocionado por haber conseguido su desayuno.
Solo pensé en mi, en el pasado, con esa edad emocionado por tener una GameCube, o el próximo juego de pokemon igual a los otros, ya no había rabia, ya no había cólera ciega, solo unas intensas ganas de llorar y darme cuenta que simplemente no puedo cambiar su realidad.
Solo doy gracias por mi techo y por estar escribiendo estas líneas otro días más, por mis planes a futuro, por steemit. Doy gracias por mi vida y por estar vivo.
@pedrovillegas solo puedo decir que estuvo magnífico ese relato y hay dos vertientes en tu posible respuesta:
Por desgracia es real, esa historia fue mi día de hoy, en específico mi mañana, ojalá la realidad fueran risas y empanadas con picante de hormiga amazónica.
Muchas grácias estimado meme lord! Saludos, siga haciendonos reír y deleitarnos con sus poemas, hace más llevadero el día a día en la ciudad de las furias
@humoalex. Exactamente exacto. Totalmente de acuerdo es un magnífico relato. En cuanto a las vertientes, agregaría una tercera: la combinación de ambas para hacer más llamativa la historia. Excelente el comentario. Te voto y sigo. Me encantaría hicieras lo mismo
Excelente prosa @pedrovillegas96. Leí tu relato completico, me atrapó tu redacción y las secuencias de la historia. Muy bueno el final, dar gracias por todo lo que tenemos, valorar nuestras virtudes y bienes, realizar actividades que nutran nuestra espiritualidad, para mantenernos en equilibrio frente al huracán de desatinos que estamos viviendo. Valorar las personas positivas con las que estemos en contacto y mantenermos cerca de ellas para juntar fortalezas.
Que mañana tengas un día mejor y lleno de sonrisas.
Te voto y sigo. Porfa, visita mi blog.
Muchisimas grácias amigo! Comparto contigo esa reflexión, de igual forma espero que no pases por lo que yo cuento en este Post!.
Yo también, con el favor de Dios. A Ël me encomiendo cada mañana antes de salir de casa y le pido que aparte de mí todo mal. Que descanses y que mañana, para compensar, tengas un día hermoso
Me encantó tu relato. Es crudo pero cierto, sea o no ficción. Dios te cuide en la ciudad y te proteja de las furias
Amen !
Dicen, @pedrovillegas96, que la realidad supera a la ficción y este es un ejemplo, muy bien relatado y que nos hace una radiografía, cruel e injusta, de la ciudad en la que vives. No sé si yo podría vivir en una ciudad como Caracas, quizás sí, porque tenemos que comer el único hueso que nos ponen, porque no hay otro en el plato. Ánimo y a construir tu futuro.
Muchas gracias ! y más viniendo de un excelente steemian como tu. Espero que en un futuro referirme a mi Caracas como una ciudad de furia sea algo del pasado.
Saludos
Yo también lo espero, Venezuela era para ser un paraíso, un país en que hay de todo y parece, desde fuera, que no hay de nada. Miles de canarios emigraron en busca de un futuro mejor y muchos lo encontraron, otros no, y se volvieron. Lo triste es que muchos de aquellos que encontraron un futuro se están volviendo.
La velocidad de Caracas es única.