# EXORDIUM - YO ERA UN ESPERMATOZOIDE FELIZ!
Después de un autoanálisis rememorado a través de una hipnosis auto infringida, pude deducir que mi dislocación mental proviene no de la niñez, sino de mi trágica existencia unicelular.
Yo era un espermatozoide feliz
Revoloteaba con mis paisitas a lo largo y ancho de la bolsita que me cobijaba. Mi existencia se definía en el chapuceo y el relajo atolondrado con mi largo apéndice motriz. El infierno era una posibilidad remota y aleatoria solo comparable con un fatal accidente de tránsito ocasionado por una vasectomía, una expropiación exprés de un condón comunista o un genocidio producto de la estrepitosa caída hacia las profundas aguas de un retrete, pero un día fui obligado a desalojar mis aposentos con la fuerza de un tsunami japonés y la erupción del Vesubio.
La cruel violencia a la que me sometieron mis padres treinta y ocho semanas antes de inhalar mi primer bocado de aire fue el detonador de este desquiciado mejunje que estoy tratando de compartir para que sirva de patrocinio en la búsqueda y congregación de otros descabezados que puedan formar parte de una comunidad existencial, porque eso, no se le hace a nadie.
Con estos hechos, se puede inferir la razón de la sobrepoblación mundial y el calentamiento global –no del clima, sino de la gente-.
Con la energía producida en un mes por la rochela genital de los terrícolas, podemos viajar al planeta Marte de ida y vuelta dieciocho veces.
Culpo a mis padres no solo de sacudir mis frágiles rincones emocionales, sino que, además, de su reincidencia, al cometer el mismo crimen ¡cinco veces más!... ¡que bárbaros! Pobres de mis hermanos. No es una rareza esperar que otras consecuencias hayan abierto espacio en mi socavada sentimentalidad, como la bipolaridad que oprime el switche de turno entre la demencia y la lucidez -siendo esta última muy rara, por cierto-, pero cuando llega, se develan paisajes que hacen dudar acerca del lado del switche que esta encendido, como por ejemplo, cuando hurgo en las paradojas de la historia, encontrando rincones llenos de las más inverosímiles injusticias y atrocidades, pero además, topándome con el fantasma colectivo de la excusa y la victimización, enllagado como una cultura, pudiendo ser más destructor que cualquier otra calamidad.
Cuando la fase de lucidez se me enciende, observo que la complejidad de los fenómenos históricos que se han desarrollado en el planeta, invitan hasta al más incrédulo a realizar un esfuerzo reflexivo, consensual y profundo, para echar de lado los odios castrantes del recuerdo, que anulan los intentos de cordializar pedidos y propuestas que enrumben al mundo por otros caminos, sin que ello signifique el olvido de la semilla histórica que originó la detestable miseria que acontece, pero que su recuerdo sirva para fortalecer el impulso de nuestras acciones.
También, he advertido que el suavizado de las desigualdades (para ser optimista, erradicarlas) requiere acciones conjuntas y voluntariosas, estrategias bien diseñadas; genios que planifiquen y lideren el valioso y trascendental proyecto de hacer prósperas a las naciones, pero lamentablemente, no se puede decir que nuestra generación verá el fruto de este utópico reto mundial.
Las fuerzas que interactúan halando y a la vez comprimiendo la realidad de las naciones, se traducen en una multiplicidad de intereses bien difíciles de equilibrar, y a veces, hasta de identificar, incluso para sus propios conciudadanos, que no logran -justificadamente o no- allanar los mecanismos invisibles pero degollantes en su falta, del magno propósito de crear riqueza y prosperidad social.
Dentro del foco de toda esta lamentable retrospectiva, pero esperanzada prospectiva, se desatan debates ideológicos que contrastan enormemente en cuanto a sus efectos sociales y a la construcción de nuevas realidades, que, en algunos casos, abortan un sin fin de conflictos de toda índole, dejando al ciudadano común con los sin sabores de la identidad despatriada. En ese sentido, todavía existen en el mundo pretendidos líderes que se atreven a utilizar, en pleno siglo XXI, ideas fracasadas y desahuciadas de otros siglos, que han demostrado de manera fehaciente su inutilidad para elevar en algunos escalones su evolución como nación, que, por más riqueza, poderío militar y enajenación y control de todos sus poderes, sólo podrán engendrar generaciones de almas desgarradas y sedientas del elixir de la libertad, la paz y la prosperidad. La señora Historia nos echó el cuento, y nos lo sigue contando.
Este humilde terrícola que escapó de Venezuela cual botellazo de meretriz amanecida, para no ser alcanzado por las maléficas garras de la revolución bolivariana, tiene una masa cerebral compartida en partes iguales para la Ciencia y para el Arte; Fifty-fifty, rellenando las grietas con un poco de locura e irreverencia, por lo que intentaré publicar mis notas en muchos ámbitos del conocimiento y la experiencia humana.
De antemano, gracias por recibirme, por leerme, por votarme y por seguirme.
Esta comunidad criptológica es una gran oportunidad para relacionarnos, prosperar, y evolucionar.
Después de un autoanálisis rememorado a través de una hipnosis auto infringida, pude deducir que mi dislocación mental proviene no de la niñez, sino de mi trágica existencia unicelular.
Yo era un espermatozoide feliz
Revoloteaba con mis paisitas a lo largo y ancho de la bolsita que me cobijaba. Mi existencia se definía en el chapuceo y el relajo atolondrado con mi largo apéndice motriz. El infierno era una posibilidad remota y aleatoria solo comparable con un fatal accidente de tránsito ocasionado por una vasectomía, una expropiación exprés de un condón comunista o un genocidio producto de la estrepitosa caída hacia las profundas aguas de un retrete, pero un día fui obligado a desalojar mis aposentos con la fuerza de un tsunami japonés y la erupción del Vesubio.
Revoloteaba con mis paisitas a lo largo y ancho de la bolsita que me cobijaba. Mi existencia se definía en el chapuceo y el relajo atolondrado con mi largo apéndice motriz. El infierno era una posibilidad remota y aleatoria solo comparable con un fatal accidente de tránsito ocasionado por una vasectomía, una expropiación exprés de un condón comunista o un genocidio producto de la estrepitosa caída hacia las profundas aguas de un retrete, pero un día fui obligado a desalojar mis aposentos con la fuerza de un tsunami japonés y la erupción del Vesubio.
Con estos hechos, se puede inferir la razón de la sobrepoblación mundial y el calentamiento global –no del clima, sino de la gente-.
Con la energía producida en un mes por la rochela genital de los terrícolas, podemos viajar al planeta Marte de ida y vuelta dieciocho veces.
Culpo a mis padres no solo de sacudir mis frágiles rincones emocionales, sino que, además, de su reincidencia, al cometer el mismo crimen ¡cinco veces más!... ¡que bárbaros! Pobres de mis hermanos. No es una rareza esperar que otras consecuencias hayan abierto espacio en mi socavada sentimentalidad, como la bipolaridad que oprime el switche de turno entre la demencia y la lucidez -siendo esta última muy rara, por cierto-, pero cuando llega, se develan paisajes que hacen dudar acerca del lado del switche que esta encendido, como por ejemplo, cuando hurgo en las paradojas de la historia, encontrando rincones llenos de las más inverosímiles injusticias y atrocidades, pero además, topándome con el fantasma colectivo de la excusa y la victimización, enllagado como una cultura, pudiendo ser más destructor que cualquier otra calamidad.
Cuando la fase de lucidez se me enciende, observo que la complejidad de los fenómenos históricos que se han desarrollado en el planeta, invitan hasta al más incrédulo a realizar un esfuerzo reflexivo, consensual y profundo, para echar de lado los odios castrantes del recuerdo, que anulan los intentos de cordializar pedidos y propuestas que enrumben al mundo por otros caminos, sin que ello signifique el olvido de la semilla histórica que originó la detestable miseria que acontece, pero que su recuerdo sirva para fortalecer el impulso de nuestras acciones.
También, he advertido que el suavizado de las desigualdades (para ser optimista, erradicarlas) requiere acciones conjuntas y voluntariosas, estrategias bien diseñadas; genios que planifiquen y lideren el valioso y trascendental proyecto de hacer prósperas a las naciones, pero lamentablemente, no se puede decir que nuestra generación verá el fruto de este utópico reto mundial.
Las fuerzas que interactúan halando y a la vez comprimiendo la realidad de las naciones, se traducen en una multiplicidad de intereses bien difíciles de equilibrar, y a veces, hasta de identificar, incluso para sus propios conciudadanos, que no logran -justificadamente o no- allanar los mecanismos invisibles pero degollantes en su falta, del magno propósito de crear riqueza y prosperidad social.
Dentro del foco de toda esta lamentable retrospectiva, pero esperanzada prospectiva, se desatan debates ideológicos que contrastan enormemente en cuanto a sus efectos sociales y a la construcción de nuevas realidades, que, en algunos casos, abortan un sin fin de conflictos de toda índole, dejando al ciudadano común con los sin sabores de la identidad despatriada. En ese sentido, todavía existen en el mundo pretendidos líderes que se atreven a utilizar, en pleno siglo XXI, ideas fracasadas y desahuciadas de otros siglos, que han demostrado de manera fehaciente su inutilidad para elevar en algunos escalones su evolución como nación, que, por más riqueza, poderío militar y enajenación y control de todos sus poderes, sólo podrán engendrar generaciones de almas desgarradas y sedientas del elixir de la libertad, la paz y la prosperidad. La señora Historia nos echó el cuento, y nos lo sigue contando.
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Interesante y original tu manera de presentarte. Realmente poco usual por ende ha llamado mi atención. En resumen nada común. Bienvenido
Gracias Caro! En camino vienen muchas cositas mas. Ojala te gusten.
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