De una manera u otra, los zombis notan la huida e inmediatamente salen en su persecución. Desde el vehículo en movimiento empiezan a disparar a la horda de muertos vivientes que venían con una violencia indescriptible. No eran tan rápidos los zombis, pero sí constantes, infinitos, endemoniados y sin intenciones de frenar su ataque. Gastan casi todas las balas llegando por fin a la fortaleza; aún disparando uno de ellos grita:

—¡Abran la puerta, somos nosotros! —dijo con voz agonizante.

Adentro, nadie se atreve a abrir la puerta hasta que no caiga muerto el último zombi. Después de una larga batalla no queda ninguna de esas bestias vivas. Abren la puerta, desesperados, agotados y asustados entran. A pesar de todo lo ocurrido, lograron su objetivo; cumplieron la misión.

     Consiguieron todo lo que fueron a buscar pero uno de ellos no lo logró y otro llegó gravemente herido, enseguida le aplican los primeros auxilios necesarios para atenderlo y curarlo, revisan las heridas una a una con cautela, se dan cuenta de que una de las heridas es una mordida, estaba sangrando demasiado, buscan la manera de detener la hemorragia (lo logran), luego lo vendan; para la suerte de todos allí había un médico, quien atendió al herido.

           Luego de todo eso la víctima se desmaya, lo dejan descansar solo en una habitación. En un descuido ya el herido no estaba acostado en la camilla donde lo dejaron; se había levantado, todos se asombran porque él estaba muy mal; estaba muriendo.

—¡Tenemos que buscarlo! —dice uno del grupo— No vaya ser que sea contagioso lo que tiene.

Inmediatamente lo empezaron a buscar y no lo podían encontrar, todos se separaron en la fortaleza para expandir la búsqueda, de pronto se empiezan a escuchar gritos dentro de la fortaleza.

—¿Qué fue eso? —pregunta el médico asustado— Hay que irnos de aquí.

Sin saber, uno a uno fueron asesinados en otros lugares de la fortaleza por su propio compañero transformado en zombi.

Fuente
          En medio de la matanza y gritos se logra escuchar la puerta principal, los que aún siguen con vida se asombran y escuchan.

—¡Por favor no me dejen afuera! —Dijo el extraño hombre.

Para la sorpresa de todos, era el líder del grupo que quedó atrapado y abandonado en el hospital. Exhausto y con pocas heridas después de recorrer todo ese trayecto a pie, le logran abrir la puerta. El líder se da cuenta del infierno que había dentro de la fortaleza. La puerta la abre su propia esposa, se alegra al verla y le dice:

—Tranquila todo estará bien, vamos a salir de aquí.

Acto seguido la aparta de al frente para comenzar a disparar en contra de sus compañeros convertidos que venían hacia ellos, luego de una dura batalla se queda sin balas y sin poder hacer nada más abraza fuertemente a su esposa, mientras desde adentro venían todos sus amigos transformados para así lanzar un ataque a la pareja viva. Aquel hombre seguro de sí mismo decide no rendirse y toma a su chica fuertemente de su mano para así llevarla corriendo de vuelta a la ciudad.

Continuará...