Mes del Santísimo Rosario – 11 de octubre

in #spanish7 years ago (edited)

Mes del Santísimo Rosario

Segunda decena (continuación)


19.ª Rosa El Avemaría: Feliz intercambio

  • Está escrito: Den y se les dará (Lc vi 38). Recordemos la comparación del Beato Alano: “Si te doy cada día ciento cincuenta diamantes, ¿no me perdonarías aunque fueses enemigo mío? Y si eres mi amigo, ¿no me otorgarás todos los favores posibles? ¿Quieres enriquecerte con todos los bienes de la gracia y de la gloria? ¡Saluda a la Santísima Virgen, honra a tu bondadosa Madre!” El que da gloria a su madre se prepara un tesoro (BenS iii 5). Preséntale, al menos, cincuenta Avemarías diariamente, cada una de ellas contiene quince piedras preciosas que agradan más a María que todas la riquezas de la tierra. ¿Qué no podrás, entonces, esperar de su generosidad? Ella es nuestra Madre y amiga.

    Es la Emperatriz del universo y nos ama más de lo que todas las madres y reinas juntas amaron a algún mortal. Porque –dice San Agustín– la caridad de la Santísima Virgen aventaja a todo el amor natural de todos los hombres y de todos los ángeles.

  • El Señor se apareció un día a Santa Gertrudis, contando monedas de oro. Ella se atrevió a preguntarle qué estaba contando. “Cuento –le respondió Jesucristo– tus Avemarías: ¡son la moneda con que se compra el paraíso!”

    El doctor y piadoso Suárez, S.J., estimaba tanto la salutación angélica que solía decir: “¡Daría con gusto toda mi ciencia por el valor de un Avemaría bien dicha!”

  • El Beato Alano de la Rupe se dirige así a la Santísima Virgen: “Quien te ama. oh excelsa María, escuche esto y llénese de gozo:

El cielo exulta de dicha, la tierra, de admiración; cuando digo: ¡Avemaría!
Mientras que el mundo se aterra, poseo el amor de Dios: cuando digo: ¡Avemaría!
Mis temores se disipan, mis pasiones se apaciguan: cuando digo: ¡Avemaría!
Mi devoción, se acrecienta, y alcanzo la contrición: cuando digo: ¡Avemaría!
Se confirma mi esperanza, se acrecienta mi consuelo: cuando digo: ¡Avemaría!
Salta de gozo mi espíritu, se disipa mi tristeza; cuando digo: ¡Avemaría!
Porque la dulzura de esta suavísima salutación es tan grande que no hay términos adecuados para explicarla debidamente y, después de haber dicho de ella maravillas, resulta todavía tan escondida y profunda que es imposible descubrirla. Es corta en palabras, pero grande en misterios. Es más dulce que la miel y más preciosa que el oro. Hay que tenerla frecuentemente en el corazón para meditarla y en la boca para recitarla y repetirla devotamente”.

Refiere el mismo Beato Alano -en el Capítulo 69 del salterioque una religiosa muy devota del Rosario se apareció después de muerta a una de sus hermanas y le dijo: “Si pudiera regresar a mi cuerpo para recitar solamente un Avemaría, aunque sin mucho fervor, volvería a sufrir gustosamente todos los dolores que padecí antes de morir, con tal de alcanzar el mérito de esta oración”. Hay que recordar que había sufrido crueles dolores durante varios años.

Miguel de Lisle, obispo de Salubre, discípulo y compañero del Beato Alano de la Rupe en el restablecimiento del Santo Rosario, dice que la salutación angélica es el remedio de todos los males que nos afligen, con tal que la recemos devotamente en honor de la Santísima Virgen.


20.ª Rosa El Avemaría: Breve explicación

  • ¿Te debates en la miseria del pecado? -Invoca a la excelsa María y dile: ¡Ave! Que quiere decir: ¡Te saludo con profundo respeto a ti que eres sin pecado, ni desgracia! Ella te librará de la desgracia de tus pecados.

    ¿Te envuelven las tinieblas de la ignorancia o del error? Recurre a María y dile: ¡Ave María! Es decir, iluminada con los rayos del sol de justicia. Ella te comunicará sus luces. ¿Caminas extraviado, fuera de la senda del cielo? -Invoca a María, que quiere decir Estrella del mar y Estrella polar, que guía nuestro peregrinar por este mundo. Ella te conducirá al puerto de salvación.

    ¿Estás afligido? - Acude a María, que quiere decir mar amargo, pues fue llena de amarguras en este mundo y actualmente en el cielo se ha convertido en mar de purísimas dulzuras. Ella convertirá tu tristeza en gozo y tus aflicciones en consuelo.

    ¿Has perdido la gracia? -Honra la abundancia de gracias de que Dios llenó a la Santísima Virgen y dile llena de gracia y de todos los dones del Espíritu Santo. Ella te dará sus gracias.

    ¿Te sientes solo y abandonado de Dios? dirígete a María y dile el Señor es contigo más noble y está más íntimamente que en los justos y los santos, porque eres con El una misma cosa, pues siendo El tu Hijo, su carne es carne tuya. Y dado que eres su Madre, estás con el Señor en semejanza perfecta y mutua caridad. Dile finalmente: Toda la Santísima Trinidad está contigo, pues eres su precioso templo. Ella te colocará bajo la protección y salvaguardia del Señor.

    ¿Te has convertido en objeto de la maldición divina? –Dile: bendita tu entre todas las mujeres. Te aclaman todas las naciones por tu pureza y fecundidad, tú cambiaste las maldiciones divinas en bendición. Ella te bendecirá.

    ¿Estás hambriento del pan de la gracia y del pan de la vida? - Acércate a quien llevó el pan vivo descendido del cielo. Dile bendito es el fruto de tu vientre, el que concebiste sin detrimento de tu virginidad, que llevaste sin trabajo y diste a luz sin dolor. Bendito Jesús, que rescató al mundo esclavizado, curó al mundo enfermo, resucitó al hombre muerto, hizo volver al hombre desterrado, justificó al hombre criminal y salvó al hombre condenado. Ciertamente tu alma será saciada del pan de la gracia en esta vida y de la vida eterna en la otra. Amén.

  • Concluye tu plegaria con la Iglesia y di: Santa María; santa en cuerpo y alma, santa por tu singular y eterna abnegación en el servicio de Dios, santa en tu calidad de Madre de Dios que te dio una santidad eminente como convenía a esta infinita dignidad.

    Madre de Dios y también Madre nuestra, Abogada y Mediadora nuestra, Tesorera y Dispensadora de las gracias de Dios: Alcánzanos pronto el perdón de nuestros pecados y la reconciliación con la divina Majestad.

    Ruega por nosotros, pecadores: pues tienes tanta compasión de los miserables, que no desprecias ni rechazas a los pecadores, sin los cuales no serías la Madre del Salvador. Ruega por nosotros ahora, durante el tiempo de nuestra vida corta, frágil y miserable. Ahora, porque sólo nos pertenece el momento presente. Ahora, cuando somos acometidos y estamos rodeados, noche y día, de poderosos y crueles enemigos.

    En la hora de nuestra muerte, tan terrible y peligrosa, cuando se agoten nuestras fuerzas, cuando nuestro cuerpo y espíritu estarán abatidos por el dolor y el espanto. En la hora de nuestra muerte, cuando Satanás redoblará sus esfuerzos a fin de arruinarnos para siempre. En esa hora en que se decidirá nuestra suerte para toda una eternidad, dichosa o infeliz. Ven en ayuda de tus pobres hijos, Madre compasiva, abogada y refugio de los pecadores. Aleja de nosotros en la hora de la muerte a los demonios, enemigos y acusadores nuestros, cuyo horroroso aspecto nos espanta. Ven a iluminarnos en las tinieblas de nuestra muerte. Guíanos y acompáñanos ante el tribunal de nuestro Juez, que es Hijo tuyo. Intercede por nosotros para que nos perdone y reciba en el número de los elegidos en la mansión de la gloria eterna. ¡Amén, que así sea!

  • ¿Habrá quien no admire la excelencia del Santo Rosario compuesto de partes tan excelentes como la oración dominical y la salutación angélica?

    ¿Existe acaso oración más grata a Dios y a la Santísima Virgen y más fácil, dulce y saludable para los hombres? Llevémoslas continuamente en el corazón y en la boca para honrar a la Santísima Trinidad, a Jesucristo nuestro Salvador y a su Madre Santísima.

    Además, al fin de cada decena es conveniente añadir el Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.


Fuente: El secreto admirable del Santo Rosario, de san Luis Ma. Gringnion de Montfort.

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