Los Retratos.
Un cazador se hallaba en un inmenso y espeso bosque, con árboles tan grandes que ni siquiera se podía distinguir el final del bosque, el bosque era deprimente húmedo con un olor a podredumbre y un cielo gris obscuro, el cazador se había adentrado demasiado en el bosque hasta el punto que perdió el rumbo, este cazador era de los chapados a la antigua no llevaba, brújula, celular o algo que lo pudiese guiar, eso se lo había enseñado su padre, guíate por las estrellas y sabrás a dónde vas, en algún momento de tanto caminar perdió el sentido de la dirección y se fue adentrando, cada vez más en el espeso bosque, cuando se vino a dar cuenta no reconocía nada, no sabía dónde estaba y ni siquiera hacia donde iba, la noche estaba a punto de caer y todos sabemos que los depredadores del bosque salen durante la noche buscando su alimento y esa noche él no pensaba ser el alimento de ningún depredador, por eso llevaba consigo a su vieja a amiga que nunca lo abandonaba “Lucy”, aquella vieja escopeta que le heredado su padre poco antes de morir, al principio el cazador no se preocupó demasiado siguió caminando, un poca más rápido cada vez, después de un rato de no reconocer nada y no ver nada más que árboles, se comenzó a desesperar cada vez más, hasta el punto que el mismo lo tuvo que admitir estaba completamente perdido, ahora eso no era lo único de lo que se tenía que preocupar, también notaba que cada vez el lugar se comenzaba a poner cada vez más frio que sus manos comenzaban a temblar cada vez un poco más, que el poco sol que quedaba ya no le estaba dando el suficiente calos para aguantar el frio, decidió que solo caminaría en línea recta pero esto seguía sin funcionar, cada vez estaba más desesperado y perdido, ya cuando él estaba tan desesperado que había comenzado a correr por el bosque temiendo que lo agarrase la noche allí, sabiendo que faltaban pocos minutos para que el sol se ocultara y diese paso a la noche y a cientos de depredadores que estarían felices de convertirlo en su cena, la vio, una cabaña ahí justo enfrente de él, una cabaña pequeñita, corrió hacia ella y toco la puerta pero nadie atendió, enseguida supo que no había nadie, y para su sorpresa al darle vuelta a la perilla de la puerta se dio cuenta que esta estaba abierta, tomo la resolución de pasar la noche ahí, y si el dueño llegase a llegar y reclamarle le contaría la historia y le diría que no tuvo más opción, pues él sabía que en estos casos nos debemos ayudar los unos a los otros, nada más entrar se quitó su enorme abrigo, las botas que ya le habían dejado muy cansados los pies y procedió a revisar la cabaña , no era muy grande pero si muy acogedora, al poco rato se perdió completamente la luz del sol y el cazador decidió que lo mejor era irse a dormir se fue a la habitación se recostó y se cubrió muy bien con las sabanas, después de un rato de haber obscurecido se dio cuenta de algo, ya que gracias a la luz de la luna, a la claridad que esta le brindaba, se dio cuenta que aquella habitación estaba llena de retratos, retratos muy extraños, en cada retrato habían caras apiladas unas contra otras con unas expresiones torcidas, deformes, eran caras de maldad y odio que parecían sacadas del mismo infierno, los retratos parecían mirarlo de manera grotesca, el cazador trato de tranquilizarse diciéndose que solo eran eso retratos y que por la mañana todo estaría bien, después de un rato se quedó profundamente dormido, a la mañana siguiente se despertó al sentir el sol dándole directamente en la cara, al despertar lo primero que se le vino a la cabeza fueron aquellos retratos horripilantes, pero al girar la cabeza para mirarlos se dio cuenta de algo que lo dejo congelado de miedo, que lo hizo temblar más que el mismo frio que había pasado halla fuera en el bosque, pues se dio cuenta que en la habitación no había ningún retrato, lo único que había eran ventanas…………….