Acabo de recibir la noticia: ¡me contrataron como actor para un video para adultos!
Estaba tan emocionado que casi dejo caer el teléfono cuando me llamaron. Era mi primer trabajo como actor, y aunque no era precisamente una película de Hollywood, todos tenemos que empezar por algún lado, ¿no?
Cuando llegué al set, me presentaron al director, un tipo con gafas oscuras y una camisa de seda que parecía más interesado en su café que en la película. Luego, llegó el momento de conocer a la actriz que interpretaría a mi esposa en la escena.
—Ahí viene tu "esposa" —dijo el director, señalando hacia la puerta.
Cuando la vi entrar, casi se me cae la mandíbula al suelo. ¡Era impresionante! Cabello largo, curvas de infarto y una sonrisa que podía derretir el Polo Norte.
—Hola —dijo ella con voz suave mientras extendía la mano—. Soy Valeria.
Yo traté de responder algo ingenioso, pero lo único que salió fue un tartamudeo:
—H-ho-hola… yo… soy… encantado… digo… soy Miguel.
Ella sonrió de manera coqueta, y yo sentí como si estuviera flotando en una nube. “¡Esto no puede ser real!”, pensé. Luego el director interrumpió mi trance:
—Bien, chicos, repasemos la escena. Miguel, tú interpretas al esposo. Entras, tomas tus cosas para ir al trabajo, y luego sales. ¿Todo claro?
Yo asentí emocionado. Esto sonaba sencillo. Pero entonces, Valeria levantó la mano y preguntó:
—¿Y después de que él se va?
El director sonrió de forma traviesa.
—Bueno, ahí es donde la magia comienza… contigo y el "plomero".