Esa imagen que les comparto, la tomé desde el Balcón de mi apartamento ubicado en la ciudad de Maracay, con un teléfono Samsumg Galaxy J5, a lo lejos se divisan las montañas que están hacia el sur de la ciudad, en una mezcla de luz y sombras en medio de una tormenta que se avecina.

Entre montañas a lo lejos apenas se ve el famoso Lago de Valencia, anteriormente conocido como “Laguna de Tacarigua” por los pobladores indígenas.

Recordé levemente algunas de las historias que de niño escuchaba de los mayores, algunos hablaban de un monstruo tipo serpiente que vivía en las profundidades del lago, y también se sabía de una zona misteriosa en medio del lago, conocida como “La Isla del Burro”.

En vísperas de esa tormenta que se acerca, estuve pensando sobre la cantidad de personas que murieron producto de torturas, personas desaparecidas que se dicen fueron llevadas a ese lugar y nunca regresaron a sus casas. Allí en esa isla hay misterios no del más allá, sino del más acá, hechos por el hombre en su afán de poder.

En los años sesenta en la época en que las guerrilla urbana estaba activa se sabía que muchos de ellos eran llevados allí cuando eran capturados por militares o efectivos de la antigua Digepol , la policía política de ese entonces, ya que existía una cárcel dónde se decía que los presos no recibían visitas o que nunca llegaban a regresar, era un viaje de ida sin retorno.

Retrocediendo más en el tiempo, unos 40 o 50 años atrás en pleno gobierno del General Juan Vicente Gómez, una época donde existía menos medios de comunicación y un control férreo dictatorial es de suponer que ese mismo lugar que era destinado como mazmorra del gobierno de Gómez se llenase de más relatos del imaginario colectivo.

La Isla del burro no fue siempre propiedad de Juan Vicente Gómez, pues este se la “compró” a los herederos del ex presidente Cipriano Castro “El Cabito” quien era compadre de Castro, lo dejó encargado de la presidencia de Venezuela “temporalmente”, mientras este se trataba una enfermedad en Europa, cosa que no sucedió, nunca más Castro llegó a pisar tierra venezolana, ya que su compadre se quedó “temporalmente” durante 35 años gobernando en Venezuela hasta el día de su muerte el 17 de Diciembre de 1935.

Girando las manecillas del reloj más hacia atrás, en la época post independentista, en al año 1851 se pensaba que el Lago de Valencia, dado que no existían carreteras ni vías de comunicación para conectar los Llanos Venezolanos, con Maracay y Valencia, se podía establecer una comunicación fluvial a través de barcos de vapor.

En ese sentido se le dan los derechos de navegación a Sres. Rafael Urdaneta y Guillermo Arriems, quienes eran socios de una empresa que recorrería desde el Puerto del Jarillo en Carabobo al Puerto de Arenal en Maracay para transportar productos agrícolas y mercaderías. Cabe destacar como un hecho histórico que el Sr Rafael Urdaneta uno de los socios era el hijo del prócer marabino de la independencia Rafael Urdaneta.

Pasado el tiempo, con el descubrimiento de petróleo y desarrollo de la industria petrolera, se dio paso a la construcción de carreteras dejando de lado los posibles desarrollos de la navegación fluvial en el Lago de Valencia.