El pasado 29 de febrero de 2020 se realizó una fiesta en la residencia de los Bermudez, como siempre, y como de costumbre, la casa se encontraba decorada para la ocasión, con luces para animar el ambiente pero lo suficientemente bajas para todavía notarse la luz de la luna, teniendo como hora de llegada fue a las 8 de la noche, con los invitados llegando a las 7, y finalizando la entrada a las 10, durante ese tiempo las charlas eran comunes entre amigos que habían pasado meses sin verse, actualizando sus vidas, sus amores y desamores, sus trabajos y desempleos, en fin, sus altos y bajos.

Al llegar la última persona, los juegos no se hicieron esperar: el conocido “verdad o reto”, o “yo nunca nunca”, juegos donde el alcohol no se hace esperar. La fiesta siguió con normalidad durante unas horas, gente jugando, otras que dejaban de jugar para bailar, uno que extraña a su antigua pareja y decirle darle una casual llamada en la medianoche para decirle que le extraña, alguno con un cigarrillo en una esquina riéndose de lo que un medio sobrio podría llamar “cosas de borrachos”.

Las cosas se tornaron raras cuando la persona que dio la casa decide entrar a su cuarto con una pareja, buscando un obvio momento de intimidad al cerrar la puerta, acción que los demás notaron al no sentir la presencia de éstas personas que llevaban viéndose toda la fiesta; el tiempo siguió transcurriendo hasta que la pareja decidió salir de la habitación para no hacer más obvio algo ya obvio, pero al salir, una avispa decide preguntar si se puede usar el mismo cuarto con la misma finalidad, cosa a la que no se puede negar porque ya se hizo.

Al aceptar, la nueva pareja entra al cuarto, personas que se conocían de nombre pero cuya atracción ha sido obvia desde el momento que hablaron. Pero éste desconocimiento conocido pudo jugar en su contra, ya que uno de los dos poseía gustos que el otro no había probado en su vida, gustos que en malas manos pueden ser peligrosos, y lo peor que pudo pasar, pasó. Aquella persona de la que solo se le recuerda el cabello rubio ha asesinado a su pareja de una noche; bajo nervios, miedo, tensión, decide fingir tranquilidad e irse de la fiesta, esperando que no lo recuerden.

Al pasar la noche, y al subir el alcohol, la persona anfitriona decide dormirse en su cuarto, quedando a un lado de la cama por el gran sueño que le llegaba, junto a otra persona que se coló en el momento justo pensando en dormir con comodidad. A la mañana siguiente, otro invitado entra al cuarto, intentando levantar a todos, pero al notar la falta de respiración de quién se encontraba en la cama, decide llamar a la policía, la cual toma a las personas adyacentes a la cama, como culpables, con condena en prisión por asesinato en primer grado de un caso que no pueden justificar por cosas que no recuerdan con claridad, sin tener certeza verdadera de si en verdad ellos cometieron el asesinato.