Prevalece lo esencial.
Con el paso del tiempo las cosas y las personas están destinadas a desaparecer. Es lógico y doloroso. Algunas veces, estás cosas se van de manera natural. Otras veces, con apoyo de terceros.
En Venezuela, hemos observado como las cosas van desapareciendo tan súbitamente, que parece mentira, parece un sueño, o más bien, una pesadilla.
En relativo poco tiempo, (y esto gracias a la mala gestión del gobierno actual) se han visto desaparecer cosas básicas a nivel material, como esos dulces y golosinas que marcaron la infancia y el paladar de muchos.
Se han visto desaparecer programas de radio televisión.
Se han visto desaparecer parques, circos y demás lugares para el entretenimiento. Se han visto desaparecer juegos tradicionales e inclusive se han visto desaparecer leyendas como “la llorona” o “el silbón”
Han desaparecido los morales y han desaparecido personas. No, no de la existencia, sino de nuestro país. Un mejor termino sería “Se han ido” (cosa muy notable en las calles de mi ciudad). Han desaparecido tantas cosas, que si he de proseguir, sería una lista casi infinita. Sin embargo, a pesar de todo, han prevalecido una cantidad de cosas similarmente mensurables a las que se han ido. Y para mejor, son cosas emocionales o espirituales.
A pesar de todo, se siguen viendo rostros sonrientes, se siguen escuchando risas estruendosas y melifluas a la vez. Se sigue sintiendo un poco de la buena vibra que tenemos los venezolanos, y, por sobre todo, se respira esperanza.
Me gustaría dedicar este post a esas personas a las cuales le corre por las venas más esperanza, voluntad y felicidad que sangre.