Huellas En La Nieve

in #spanish7 years ago

Robert había ido de vacaciones a las montañas con su familia. Vivía en una ciudad muy poblada, donde los edificios eran el único panorama apreciable en su hogar, y los días estaban llenos de la hermosa sinfonía de miles de conductores estresados y de poca paciencia que parecían querer insultar a sus compañeros viales con sus estruendosas cornetas, sino es que se dignaban ellos mismos a bajar la ventanilla de su vehículo y así expresar con claridad su mensaje cordial al prójimo, todo un arte eso de conducir en la ciudad. Además, los días eran realmente agobiantes, ya que Robert tenía que ver clases en la única aula del instituto cuyo aire acondicionado decidió averiarse, en medio de la época más calurosa del año; y después de un gran día disfrutando del clima tropical que se formaba dentro, tendría que caminar unas quince cuadras de vuelta a su casa a merced del sol de mediodía. Es decir, un cambio de clima esas vacaciones le haría bien, así que sus dos padres decidieron llevárselo a él de vacaciones a una montaña ¡Con nieve real!

Y así fue como la familia decidió ir a una fría y refrescante visita a la montaña, pero esto sería algo que Robert no recordaría como un descanso exactamente.

La pequeña choza donde se quedó la familia era algo... peculiar. Se veía vieja, la madera parecía algo inestable, el piso crujía con cada pisada, el techo parecía que se desplomaría en cualquier momento, y si veías fijamente algunos segundos, te daba la sensación de alguien parado en cualquier esquina oscura del lugar en que pusieras tu mirada, viéndote exactamente a los ojos. Esto y muchos otros detalles más hacían el lugar una estancia algo desagradable, pero al fin y al cabo, ya habían pagado el lugar, era barato, y no era tan malo como para no quedarse, de todas formas, era solo una semana.

La familia pasó y disfrutó la semana en el lugar, ya era el último día cuando el padre de Robert recordó una única condición que había pedido el dueño, reponer la leña que hayan gastado. Robert de manera voluntaria fue a buscar la leña que se encontraba en el cobertizo que estaba cruzando el bosque, como a un par de kilómetros, era un paseo final entre los árboles. Su hermano menor esperaba fuera de la cabaña, había pedido poder acompañarlo, pero al ver que ya estaba oscureciendo, Robert se lo negó, lo último que quería era que su hermanito se perdiera en el bosque.

Empezó a entrar en la espesura de los árboles, siguiendo el camino con su linterna. Había un silencio abrumador, lo único que se oía eran sus propios pasos y las ramas de los árboles al mecerse con el viento, oscurecía rápidamente, y cada vez era más difícil mantener la calma, todo a su alrededor parecía tenebroso al caer el sol. Seguía el camino fielmente, sin desviarse en lo más mínimo, hasta que tuvo que parar pues encontró un árbol caído en medio de la vía, era muy grande como para moverlo, y tendría que entrar de pleno en el bosque para rodearlo, así que lo más fácil era saltarlo. En cuanto subió al costado del árbol, notó inmediatamente algo extraño: el ruido de las pisadas que creía era suyo, no se detuvo cuando él lo hizo.

Rápidamente apuntó su linterna a la oscuridad del camino de regreso, al no ver nada, empezó a iluminar a su alrededor completamente, sin encontrar nada sospechoso; terminó de cruzar el costado del árbol, y siguió su camino, atribuyendo el ruido a un animal que estuviese pasando en ese momento que no haya logrado ver. Después de otro rato caminando, empezó a sentirse inseguro, creía que probablemente alguien o algo lo estuviese siguiendo, se paró en seco y volteó repentinamente como quien intenta descubrir a alguien siguiéndolo a sus espaldas, pero no vio nada, comenzaba a estar paranoico; frotó sus ojos y se dijo a si mismo "Vamos Robert, no seas ridículo" entonces exhaló un suspiro al suelo, como si estuviese cansado, y se propuso seguir... Pero... algo estaba mal, notó algo que lo alarmó bastante: detrás de sus huellas, habían otras pisadas, huellas de... algo, parecido a un animal, que lo había estado siguiendo sin hacer ruido, muy cerca.


Fuente: Pixabay

Notó como las huellas se desviaron a un lado del camino, y las que se dirigían a ese lado se veían muy frescas, como si recién hubiese escapado a la espesura del bosque al ver que Robert voltearía. El joven se asustó, y corrió lo más rápido que pudo en dirección a la luz del cobertizo que ya podía ver, aún podía escuchar como esa cosa lo seguía; en un reflejo estúpido, volvió parar en seco, e iluminó el camino a sus espaldas, efectivamente estaban sus huellas y las de lo que sea que lo estaba siguiendo, pero estas últimas se distorsionaban al final, tomando otra forma, se veían como huellas humanas.

Decidió seguir su camino, ya veía con claridad el cobertizo a unos diez metros. Al momento de entrar a buscar la leña, escuchó un lloriqueo detrás de él, uno que reconoció con facilidad, su hermano menor. Salió deprisa del cobertizo y lo vio parado llorando delante de la puerta, entonces lo abrazó y le preguntó qué hacía allí, este le dijo que de verdad quería ir con él, así que lo siguió. Robert se rió de manera nerviosa, y tomó su mano y con el otro brazo los leños que debía cargar.

Mientras estaban de vuelta Robert notó que las huellas que lo seguían ya no lo hacían más, pero algo que lo incomodó fue darse cuenta que tampoco podía ver las huellas detrás de las que él mismo hizo al ir al cobertizo, solo estaban las suyas. El resto del viaje Robert estuvo hablando con su hermanito, y no sufrió de otro episodio incómodo hasta volver. Al llegar ya estaba más animado, estaba molestando a su hermano diciendo que sus padres estarían preocupados porque se fue siguiéndolo a él sin avisarles, entonces casi como una bofetada, la realidad lo golpeó fuertemente.

"Mamá y papá deben estar preocupados, incluso deben estar molestos contigo por escapar..." sintió un escalofrío cuando vio a sus padres montando en la camioneta las únicas tres maletas que trajeron: la de su padre, la de su madre, y la suya. Sintió como si abriera los ojos repentinamente ante la realidad, mientras sentía un frió horrible en su mano, escuchó una risa deforme y burlona, mientras su mente le hacía ver la cruda verdad: "Yo no tengo hermanos..."

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Excelente, muy buena tu historia. Enhorabuena!

muchas gracias!

Me entretuvo tu historia ... saludos

Gracias por comentar, me alegra que les haya gustado!

Buena historia monoc! Gracias por compartir!

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