Mis pataletas, ¡no te metas!
Esta frase puede parecer odiosa, pero no lo es.
Una mamá en medio de una pataleta siente vergüenza, frustración, ira, tiene instintos asesinos y puede parecer suicida. En fin, vive un momento complicado y su hijo también.
Puede que tus intenciones sean de verdad buenas y en vez de juzgar, quieras ayudarla realmente a salir del agujero negro en el que está, pero ¿La ayudas?
Evaluemos los escenarios:
- El hijo llora por algo que no puede tener, entiéndase que la mamá no lo puede comprar o lo considera peligroso. Llegas tú y para que el niño no lloré se lo das. ¿Te la comiste? No, desautorizaste a la mamá, validaste la pataleta y el niño no aprende que hay cosas que no puede tener.
- El niño llora porque está agotado o cualquier otra cosa. Llegas y dices: Mi vida no llores (y juas dejó de llorar) o no llores que te ves feo (¿En serio, con eso ayudas?) y, la peor, los niños lindos (variante machista: los hombres) no lloran. ¿Hace falta que explique por qué está mal? No, verdad. Pero agrego, con esas frases solo empeoras la pataleta porque el niño no necesita la intervención de un extraño, porque se siente apoyado y su mamá más avergonzada aún, y porque al no conocer al niño, no reconoces cuando la tormenta empieza a desvanecerse y tienes el tino de abrir la boca cuando esa mamá empezaba a ver la luz. Esa mamá es tan decente que no te dice nada, pero te quiere matar. Ok?
- Niño llorando, mamá conteniendo (conversando, abrazando, arrullando) y el metido sale a decir ¿está llorando? Noooo... Está vocalizando para la ópera, ¡gafo! En fin, el niño se espabila y arranca a llorar. #amarrenmequelomato
Conclusión, hazte a un lado, no mires, no comentes y cuando haya pasado ofrecele a esa mamá un abrazo, un saco de boxeo, un vaso de refresco o de su licor favorito, o como a mí chocolate. Lo necesita.
#soymamá #mamádedos #vidadepadres