Nublado y en las rocas, gracias. XXVIII-XXIX
XXVIII
Estoy cansada de limpiar y esperar. Estoy harta de los malditos grafitis que desafían toda lógica de aparición.
Parecemos refugiados; no salimos, comemos lo que nos llevan que son bolsitas de ínfima calidad. El lugar no es cómodo, huele a pañal quemado. Rondamos por el lugar sin nada que hacer.
Rufino dice que hay que acatar hasta que se tranquilicen los ánimos y los cazadores.
Siguieron que alguien salga una hora a lo mucho para saber por nosotros mismos como está el ambiente, pero Rufino y Renata niegan rotundamente. Un descuido y se pone a todos en peligro.
Está bien que haya sido mi culpa pero esta alarma está siendo llevada un poco al extremo.
Cada uno en su mundo nadie me ve vagando por todos lados, analizando recovecos.
He puesto trampas y si hay grafitis perennes incluso en areas que nadie conoce, es hay entradas y salidas que desconocemos.
Los que resguardan las entradas segun saben cuantos entran y cuantos deben salir, pues no debemos levantar sospechas desapareciendo vagabundos y olvidados, pues aunque pareciera que no, es ina de las acciones más evidentes de nuestra presencia.
Hay uno que otro escondite, justo donde estoy escucho a Rufino hablar con alguien.
¿Prohibición estricta? ¿Un acuerdo de comida (rala y de calidad que solo sirve para que no tengamos hambre y así soportar el encierro) cada determinado tiempo para cada uno de los miembros? ¿Mensajeros de actitud apática, con noticias amarillistas?
Sospecho que los otros clanes se están aprovechando de la situación y que Rufino es un cobarde.
Hay presión por el territorio. Platican entre Rufino y Renata ofrecer la casa de Edgar como un acto de buena fe.
Crei que ofrecernos a vivir en estas condiciones ya era un acto de buena fe por si mismo.
XXIX
¡Por fin! Encuentro una salida. Esta algo enredosa, pero no la habíamos captado gracias a lo sinuoso y sucio del pasadizo, que hacen que el aire ya llegue con tufo enrarecido. Además justo en la entrada, en una cámara grande, tiene una miserable cortinita de baño. Sospecho que ahí se llevan a las chicas o chicos que agarran y que alguien cobra por su uso. Es perfecto.
Paso con cuidado y no me ven, ni el que esta encima de la chica, ni la chica que con los ojos abiertos y mano en la boca.
Salgo justo a un lado del mercado. Es fascinante el movimiento que tiene.
Hay algunos de mi especie, pero no me detectan. La libertad es deliciosa.
Me dejo llevar por la oleada de personas, hasta que detecto alguien de mi vuelo en tamaño y peso que entra a una bodega.
Su ropa me viene a las mil maravillas, es perfecta para incluso pasar mas desapercibida.
En mis tiempos de profuga aprendí que carecemos de olor (una peculiaridad si sabes que buscar), pero que si usas la ropa de alguien vivo, puedes disfrazarlo por talvez un dia (al final de cuentas los prefumistas no eran precisamente unos talentosos seres humanos, y Jean- Baptiste Grenouille no es ficción, fue un genio militar).
No es lo mismo si lo matas y usas su ropa (como bastantes lo hacen, pues aunque el aroma de matadero fresco parece disfrazarse con el ambiente, la verdad es que para mi ya es muy evidente.
La seduje, y me llevó a su casa, a dos cuadras de ahí. Un abastecimiento casi infinito de camuflaje.
Ya con un disfraz cómodo, vago por las calles ajetreadas de seres olvidados. Uno que otro de mi especie ubicados en diferentes lugares.
Intuyo la sutil gravedad de la situación;
Pareciera que nuestro rinconcito familiar se encuentra en una excelente ubicación, protegida del ojo curioso, pero en realidad es una trampa mortal. Caes en la tentación de creer que el lugar ofrece una fuente divina de comida mientras estas recluido, e inmediatamente te delatas. Sales en un lugar donde los olores penetrantes dominan y para los custodios eres una supernova.
No es un refugio, es una cárcel hecha y derecha. Hijos de puta
Creación original de Moka Misschievous.