Presentación para romper el hielo

Entre todas las situaciones a las que estamos expuestos al vivir en sociedad, presentarnos delante de un público es de las más complicadas. Personalmente, cuando empezaba la ronda de levantarse, decir el nombre y los demás bla bla bla  que no creo le interesen a nadie, pero lo de presentarse es “lo mejor para romper el hielo”. Antes de que llegará el primer día, me preparaba mentalmente un discursito que me hiciera ver interesante o que por lo menos fuera acorde a la imagen que quería proyectar, claro este discurso se terminaba yendo a la China, cuando llegaba mi turno, en más de una ocasión dije gustar de cosas que no recordaba antes de tenerme que presentarme. Mis nervios galopaban y mis inseguridades hacían que al terminar de presentarme pensará que sin  dudas le había “vomitado al ventilador”, otro año más siendo la rara… 

Con el tiempo aprendí que ser la rara esta bien y que en un mundo con 7 billones de cerebros, hay 7 billones de formas de resultar diferente, único, raro y cualquier otro adjetivo que le encanta perseguir a estas generaciones de fin de siglo XX principios del siglo XXI. En mi tiempo de vida he aprendido varias cosas, las cuales me encantaría compartir porque considero útiles e interesantes en el universo que cargo entre los huesos temporales. El tema de las presentaciones lo manejo mucho mejor que hace 5 años atrás, me di la tarea de preguntarme a mí misma qué cosas me gustaban para mantenerlas frescas porque olvidar lo que eres es fácil sobre todo si somos prisioneros de una emoción, nos crían seres corteses y respetuosos pero a se nos puede olvidar en medio de una rabia ¿no? ¿me explico? 

Había escrito una presentación que empezaba de forma muy inclusiva: 

“Un programador empezaría con un "Hello World", un buen fanático de Maite Delgado con ganas de parecer cómico con "Buenas noches Poliedro", un escrito de antaño con un "Érase una vez...", un mal educado empieza sin saludar, y cualquiera empezaría a presentarse haciendo un esfuerzo por ser original y único”.  

Mencionaba cosas como mis bandas favoritas: Eels, Muse, The Killers, Florence + The Machine, Nothing But Thieves, lo electronico al estilo de Daft Punk y Ratatat, la música francesa.

 Mis escritores: como Robert Louis Stevenson, Julio Verne, Luis Britto García, la poesía de Cruz Salmerón y Rubén Darío y que hay otros libros por allí a los que le debo un buen rato (Todos los de Neil Gaiman por ejemplo). 

Que me gusta dibujar, los comics (más allá de Marvel y DC), el slapstick y lo que tengo que ver con el cine fuera de Hollywood (sin tener nada en contra), que hago radio por amor, que escribo para mantenerme cuerda, que me encanta el tema de los guiones, y finaliza “Mientras esté viva, haré algo bueno, empezando por brindar algo de lo que sé al resto, hacer lo que me apasiona y esperar no morir de hambre en el proceso”

Esa frase con a que finalice aquella presentación la mantengo y mis gustos también, pero no he mantenido el discurso aquel, note es que no era para nada espontáneo, no era yo, me hizo sentir como aquella niña que le daban más ganas de ir al baño tener que hablar en público que tomarse una cucharada de aceite de ricino, además mi asesor que no es en realidad mi asesor pero me gusta escuchar su opinión me dijo “hazlo más largo”. No entendí porque hacerlo más largo,  no sentí necesario decir algo más. No soy de extenderme demasiado al decir las cosas, me gusta la correcta sintaxis de las ideas sin divagaciones, creo que conocer a alguien es un proceso y ponerlo todo en el primer encuentro no es atractivo. Así que siendo fiel a mis ideas, creo que he dado la suficiente información para presentarme de una forma que es al menos decente. 

Desde lo que llamo corazón, que todos tus días sean hermosos días, llénate de conocimiento y usalo para algo bueno. No hagas el amor, porque el amor se “hizo” hace mucho, más bien experimentalo.

Nos leemos,

E. G.