Quédate conmigo
Saludos... Hoy incursiono en un relato, basado en un hecho real, en una aproximación a un cuento. Espero que les guste...
Al abrirse la puerta principal se observa una sala rectangular con pocos objetos decorativos, en la pared de fondo cuelga una pintura en la que una chica sonriente abraza a un hombre ya de años; son sin duda Elena y Juan José, su padre. En la pared de la izquierda reposa una fotografía antigua en la que Juan José, lleno de alegría y juventud; y Maricarmen, con ojos fulgurantes de felicidad, celebran su boda. Al fondo, unos muebles viejos y sobre uno de estos un cuerpo echado casi dormido, casi despierto; es Maricarmen quien mira a lo lejos, sus ojos están apagados; su rostro abotagado, de profundas manchas oscuras, por noches sin dormir, camufla su hermoso rostro.
La madre, sin distracción, contempla la entrada, como si esperara a alguien.
-Mamá, no puedes continuar en el sofá, ya llevas mucho tiempo, deberías descansar un poco. ¡Vamos, te acompaño!
Aquellas palabras de Elena momentáneamente inyectaron una sorprendente energía en aquel cuerpo gastado, con ojos de horror hacia la habitación matrimonial, rechaza con firmeza la invitación, no hubo manera de convencerla, por lo que Elena, ya rendida, comprendió que era mejor dejar a su madre permanecer sola en la sala.
De pronto, Maricarmen sintió la llegada de alguien. ¿Se trataría de él? Al abrirse la puerta, divisó a Juan José sonriendo, con los brazos abiertos, una flor en la mano…
-¿Otra vez arrancándole las flores a la vecina?, mencionó ella mientras se acercaba a recibirlo.
-Es que todas las flores son buenas para ti, querida Mari.
Era así como Maricarmen lo recibía con un beso, impetuosamente hacia preguntas sobre la jornada, el regreso, a la par que le aseguraba su amor.
-Mi Juan, te amo, no sabes cuánto…
Todavía de pie en la sala, Juan José quiso entrar en la habitación, quizás a descansar, tal vez a cambiarse de ropa, pero Maricarmen se plantó para impedirlo. Con rabia. Con llanto. Con súplica. Aquella esposa pedía que no entrara, que se quedara con ella, allí mismo, en la sala, que siguieran conversando, mientras seguía diciendo que lo amaba, que siempre lo amaría. Juan José accedió serenamente. Pero, tal vez como una de sus bromas, disparó a correr hacia el cuarto.
-¡No, no…! Gritaba ella, mientras intentaba alcanzarlo, pero no pudo…
Solo la puerta de la habitación frenó su marcha, desesperada y en crisis, sintió como sus brazos eran sostenidos por Elena y Felia, su hermana.
Pasaron aquellos angustiosos momentos. Maricarmen nuevamente reposa en el sillón. Se escuchan ruidos. Siente que alguien se aproxima a la casa. ¿Se trata de él? Su sonrisa es inconfundible. Allí está Juan José y ella a su encuentro. Él quería hablarle mil cosas, se notaba sosegado, pero ella insistía que descansara un poco de aquella jornada, que pasaran a la habitación. Prácticamente, tomándolo del brazo, lo condujo hasta allá. Ya en el cuarto, el rostro de Juan José fue cambiando, sudoroso, reflejaba la intensa presión que sentía en su pecho, es como si su corazón quisiera explotar. El brazo de Maricarmen se sintió pesado, hasta que vio a su amado esposo desplomado en el suelo.
wuao, un relato bastante diferente. Me gustó la historia, además, la narras muy bien. Te felicito. Lo que te podría aconsejar es que utilizaras etiquetas más vistozas para que tu publicación llegue a más usuarios, así como: castellano, literatura, writing...! saludos c: