Más adelante en la historia...

—Pero ya no quiero pensar en el mañana, Artemis.— su voz reflejaba lo frustrado que estaba de toda aquella situación—Pasamos nuestras vidas pensando en cómo se verá, será y se sentirá el mañana, y si de alguna forma podemos hacerlo muchísimo mejor.

Pero dime algo, cariño: ¿Qué haces luego de que por fin llega el mañana?

Sus ojos perforaban mi rostro, no sabía qué responder a eso. De todas las posibles discusiones para las que me había preparado, aquella me tomó por sorpresa y con la mente en blanco.

Sonrió amargamente y dijo: —Nada, no hacemos absolutamente nada porque cuando llega, seguimos pensando en qué pasará más adelante.

—Entonces qué sugieres que hagamos, Edric.

—Quiero que pienses y disfrutes hoy. Ahora. Por todo lo que dure.—Tomó mi rostro entre sus manos y se acercó, sin besarme, pero rozó nuestros labios. Susurró:— Y cuando el mañana llegue, repitas eso una y otra vez, y otra vez, hasta que olvides planear lo que no puedes predecir y solo sepas disfrutar y vivir los momentos.

Te quiero completa, Artemis. Ya no quiero una chica a medias que me deja tocarla pero no alcanzarla nunca. Quiero sentir que cuando me miras, realmente me ves a mi y no a través. Deseo que compartas tu mente conmigo y dejar de caminar a oscuras.

—Jamás me habías dicho todo esto.

—Porque jamás te exigí nada a cambio, solo tu corazón. Pero ahora que lo tengo no puedo descifrarlo.

Sonreí: —Eso te ocurre por solo planear el primer paso de un plan.

Sentí sobre mis labios el nacimiento de su sonrisa. Hizo sobre ellos una leve presión que disparó mi pulso, pero no me dio más que eso. Llevó sus labios a mi oreja y dijo:—Eso me ocurre por siempre dejarte completar mis ideas. Eras una niña terriblemente mandona, cielo.

Aquella podía considerarse la mejor y peor cualidad de Edric; era capaz de cambiar la temperatura del cuarto en cuestión de segundos si así lo deseaba. A veces, incluso cambiaba mi mente de frío a calor sin que lo notara, justo como ahora.

—Por cierto, ¿cómo es eso de que tienes mi corazón?

Se alejó de mi y llevó su mano derecha al corazón:—¿Acaso no es así?—Preguntó luciendo herido.

Al contrario, pensé, Edric tuvo mi corazón desde el primer momento. Y aún cuando yo misma lo alejé y lo quebré, lo hice para protegernos. Quizás en aquella historia, nuestra historia, funcionó deficientemente, pero no había que ser un genio para notar cómo todos aplicaban el mismo concepto de auto-preservación que dice que para cuidar tu corazón, hay que romperlo algunas veces.

—Lo dices con mucha seguridad para solo haber tenido una cita.—Contesté riendo.

Su sonrisa arrogante era algo que ya me veía venir, tomó mi cintura con sus manos y me acercó a él haciéndome mirarlo directamente a los ojos, seguía luciendo distantes, pero ahora brillaban con la promesa de que algo podía dejarse descubrir.

—Tuvimos las citas suficientes para darme esta seguridad, Artemis. Pero, si gustas, puedo llevarte a muchas más hasta que me digas basta.—Besó mi cuello hasta llegar nuevamente a mi oído. Debía pararlo ahora si no quería quemarme tan pronto— Y créeme, conmigo nunca vas a querer decir basta.

—¿Harías eso por mi?— Pregunté, no porque estuviera equivocado y las necesitáramos, sino porque las citas con Edric eran muchas cosas, menos aburridas.

Fuente

Su expresión había pasado de ser intensa a dulce en un segundo, me miraba cómo si aún no pudiera creer todo lo que nos costó llegar hasta aquí. A veces, a mi también me estremece recordarlo. Con su mano, antes ubicada en mi cintura, peinó delicadamente mi cabello para después posarla sin problema en mi mejilla:

—Eres insoportable, pero vales toda la maldita pena.—Contestó esbozando una sonrisa.

Respira, Artemis, solamente respira.