Escritores venezolanos. Vol I: Josè Antonio Ramos Sucre
En Venezuela hay talento y de sobra, entre ellos se destacan grandes exponentes que podrían ser considerados clásicos y algunos otros contemporáneos que siguen en esta ardua tarea de crear. Hoy es el turno de mi amado José Antonio Ramos Sucre, y es que creo que no hay mejor manera de empezar esta serie que con un escritor muy querido por mí.
José Antonio Ramos Sucre nació en el estado Sucre, específicamente en Cumaná, el 9 de junio de 1890. Vivió luego en Carúpano con el fin de continuar con su educación. En 1910 terminó la segundaria como bachiller en Filosofía y en 1911 se muda a Caracas para estudiar Derecho y Literatura en la Universidad Central de Venezuela.
Debido al cierre de la Universidad tuvo que ser autodidacta. Fue interprete y profesor pero en 1917 continuó sus estudios y egreso como Abogado y unos años más tardes como Doctor en Leyes y Ciencias Políticas.
La obra del escritor José Antonio Ramos Sucre, pese a que ha tomado renombre en la actualidad gracias a los poetas y minificcionistas contemporáneos venezolanos (y extranjeros), se encuentra aún en la espera de una clasificación objetiva que pueda ubicarla dentro de un género u otro, ya que esta, es entendida por muchos como poesía en prosa y por otros más como microrelatos, sobre todo en estos tiempos en los cuales este género ha cobrado notable atención. Tal es la excentricidad y extrañeza presente en sus escritos que muy probablemente (de haber nacido años antes) el propio Rubén Darío hubiese incluido a Ramos Sucre entre su selecto grupo de “Raros”. De esta rareza tan valiosa, estudiada por muchos críticos literarios, se derivan de ciertas características, que hacen de su escritura algo excepcional, mística e incluso cifrada.
Entre estos rasgos distintivos se encuentra primeramente, la presencia excesiva del pronombre “yo” como la búsqueda constante de su propia identidad, agobiado por tomar un lugar que pensaba no le correspondía. Esta utilización del “yo” también se presentaba en tercera persona en mucho de sus títulos como una entidad alterna que buscaba protagonismo y un lugar suyo como por ejemplo: “El extranjero”, “El fugitivo”, “El cristiano”, entre otros.
Asimismo, se evidencia un marcado bagaje cultural definido por Argullol (1990) como “El romanticismo trágico”, en donde se observan referencias constantes a los personajes heroicos e históricos como Dante, Shakespeare, Cervantes, Carlo Magno; así como también personajes literarios de la tradición occidental como Orfeo, Fausto, Mefistófeles, entre otros.
Ese “yo” presente en la obra de Ramos Sucre está continuamente a la intemperie, en espacios recurrentes como “La Ciudad”, “La Aldea”, “La Calle”, pero siempre expuestos como ambientes devastados, llenos de una constante desolación. Sin embargo, también puede apreciarse lugares cerrados (“La casa”) exhibidos como un sitio apartado, lejos de las sombras que cubren la ciudad, un lugar de refugio que sirve de descanso a su alma marchita, sin embargo, esa lejanía también suele traer consigo sentimientos melancólicos y con ello, multiplicar su desolación.
La utilización de la anáfora es frecuente en la estructura de sus poemas así como la alternancia en los tiempos verbales, en donde ocurre un quiebre temporal que juega con la narración, lo cual hace difícil en algunas ocasiones establecer un orden en los sucesos, creando de esta forma coalición entre lo real y lo ficticio, sin dejar a un lado los finales sorpresivos adheridos a la narraciones de eventos fantásticos.
Tomando en cuenta lo expuesto anteriormente, puede apreciarse en el poema “Los Lazos de la Quimera” las siguientes características:
“Yo velaba en la crisis de la soledad nocturna. / Yo lo había conseguido en la subasta de muebles gentiles. / Yo me esforzaba por calar el enigma de una disciplina singular… / Yo desperté en una sala funeral y la recorrí por entero…”
“Yo vivía en una ciudad infeliz, dividida por un río tardo, encaminado al ocaso. / El sol declinante pintaba la ciudad de las ruinas ultrajadas”.
“Sueño que sopla una violenta ráfaga de invierno sobre tus cabellos descubiertos, oh niña que transitas por la nevada urbe monstruosa, a donde todavía joven espero llegar, para verte pasar. Te reconoceré al punto, no me sorprenderán tu alma atormentada y exquisita, tu cuerpo endeble, ni tu azul mirada: he presentido tus manos delicadas y exangües, he adivinado tu voz que canta y tu gentil andar.”
REFERENCIAS
Presencia recurrente del pronombre “yo” y uso simultaneo de la anáfora:
Por su parte, en el poema “La ciudad” se evidencia el siguiente elemento:
Paisajes recurrentes y devastadores
Finalmente, cabe resaltar los quiebres temporales presentes, como uno de sus rasgos más particulares destinados a crear la sensación de que todas las acciones ocurren dentro de un estado de la mente, donde no es posible determinar un pasado, presente o futuro preciso. Un ejemplo digno se encuentra en el poema “Entonces”, en el que se observa:
Cambios bruscos en la secuencia de los tiempos verbales:
Verdaderamente un genio, la escritura de Ramos Sucre es de tono condenado, protervo y fantástico, al igual que muchos personajes de sus textos atrapados en un mundo sobrenatural y oscuro. Temáticas como la frustración, terrores futuros o pasados, sonambulismo, profanación de recintos sagrados seguidos de terribles castigos, incluso la aparición de premoniciones, maldiciones, mitos, rituales sobrecargados de símbolos explícitos como enormes suplicios, mujeres marchitas, venganzas y abstracciones en el tiempo que forman parte de las complejas construcciones materializadas en su escritura. Sin duda, un escritor que vale la pena seguir leyendo, estudiando y cimentando en torno a su vasto mural de espanto y sombra de muerte.
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Ramos Sucre J.A. (1998). Antología poética, Caracas- Venezuela: Ed. Monte Ávila.
Liscano, J. (1995). Panorama de la Literatura venezolana actual. (2da ed). Caracas: Alfadil.
Medina, J. R. (1993). Noventa años de la literatura venezolana. Caracas: Monte Ávila.
Mesa Gancedo, D. (2006). La imprecisión de las formas: lirismo y narratividad en la obra de José Antonio Ramos Sucre, 54, 209-222.
Mesa Gancedo, D. (2005). El “extraordinario lenguaje sobre un tablado trágico” forma y sentido en la escritura de Ramos Sucre, 58, 159-174.
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