Érase una vez en la sucursal del cielo.// Caracas 451.

Caracas, escribirte nuevamente, es volverme necio, terco tal cual brújula y saber que no harás caso omiso ha cualquier cosa que yo pueda escribirle, de nada ya sirve contemplar el cielo pícaro, las calles intrínsecas de caos, de sudor, de sangre, de malas palabras y así continua la lista.

Disculpa que te escriba a estas horas de la noche, por interrumpir tu rutina diaria de cuidar de aquellos que corren a sus casas para darse refugio de las plagas urbanas, de mal vivientes en 2 tiempos y peines pa' fuera, que rondan tus avenidas llanas.

Por allá en el 97, nace este humilde muchacho con aires de crear en un inmenso lienzo, para darme los lujos de querer a quien no me quiere, a ti, Caracas.

Y es que, en todos estos años de caminar en tus situaciones inverosímiles llamadas "calles", he aprendido de mí, de ti, del tiempo, de la vida, del esfuerzo, del sacrificio, del odio y del amor.

Con mi cámara he intentado comprenderte, verte de forma sutil, quererte de otra manera, de verdad pero tú sigues rechazando a más de uno con tus mil demonios que habitan en ti.

Pero sin duda tienes una belleza efímera y natural, por tan majestuosa montaña que arropa, por la humildad de las señoras, por la belleza de las muchachas, por qué sin duda alguna, tu locura te preside.

Pero, ante todo esto Caracas, te doy las gracias, por los momentos, por las oportunidades, por las amistades, por el amor, por todo esto y más, gracias Caracas.