NEXTFLIX CONTRA EL ARTE…Y EL TABACO

Otro clavo en el ataúd. La civilización occidental, decide adoptar el ideario de las tribus góticas y rendir culto a la muerte. Su propia muerte. Para ello, no duda en hacer desfilar, una tras otra, una larga pasarela de gilipolleces donde cada ocurrencia eclipsa a la anterior.

Cada día es una nueva aventura.

La progrehez contemporánea, tiene en Netflix a uno de sus mayores aliados. ¿Su objetivo? Infantilizar a la sociedad hasta transformarla en obedientes consumidores ovinos.

¿En qué mundo vivimos? La historia, se desliza cogiendo velocidad en una empinada rampa hacia la decadencia. Los idiotas ganan por goleada, introduciendo la tontería en cada resquicio de la vida pública. En mitad de este páramo, emerge un nuevo biotipo de humano esquizofrénico, con incapacidad para discernir lo virtual de lo real y el arte de la moral.

Ese biotipo humano, acostumbra a nadar en las aguas de Twitter.

Así, un cantamañanas cualquiera, enemigo de su propio cerebro, ha criticado el consumo de tabaco en la serie Stranger Things, señalando esta como responsable del aumento del consumo entre los jóvenes. ¡Toma ya! Valiente conclusión. Supongo que, en los próximos meses, denunciará a los pilotos de F1 por los accidentes de tráfico o a los boxeadores por las peleas callejeras.

Que dios nos coja confesados.

Con todo, los tiempos actuales dejan a la cultura secuestrada, vendada y maniatada, por una panda de analfabetos que rinden culto al omnímodo poder del sentimiento. Una tropa de impostores, amigos de la destrucción y enemigos de la realidad, sin tienen reparos en trepanar el sentido común de una sociedad para ganar unas míseras cotas de responsabilidad social.

La opinión de este plumilla, es que los problemas de verdad, se juegan en el área de la futura crisis económica, los problemas medioambientales o una hipotética guerra mundial. No las payasadas objetadas por un hipersensible anónimo, gustoso de destrozar a golpe de clic el arte audiovisual.

El emerger de la libertad, y el fin de las represivas mordazas, dio al mundo de ayer un estallido de creatividad que agradeceremos eternamente. Sin embargo, la pandemia de sensiblerío pestilente, junto con la lacra de la corrección política, nos dirigen a un invierno intelectual sin parangón histórico. Una edad oscura donde nadie, absolutamente nadie, podrá sobrevivir sin sufrir los efectos de la brutalísima, insoportable y funesta ingeniería social.

Queda dicho.