LA MUERTE DEL MUNDO CONOCIDO

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Algo anda mal en el ambiente. Todos, con independencia de sus motivaciones o ideologías, son conocedores de que algo se está pudriendo.

Las placas tectónicas de la historia se mueven; la globalización, bello proyecto al servicio de las élites económicas, agoniza ante el bravo envite del nacionalismo; la crisis económica, toma cada día más posiciones; por si fuera poco, en el horizonte brillan las luces de un posible conflicto bélico, acompañado por la pizpireta pareja de las crisis ecológica y cultural.

Huele a muerte desde aquí.

Lo nuevo siempre asusta. Es conflictivo, peligroso y gustamos de esquivarlo. Puede ser tierra de oportunidades y glorias, pero para los cobardes es sinónimo de adentrarnos en el reino de lo peligroso.

Algo bueno saldrá de todo esto. La sociedad occidental está enferma. Necesita una intervención, una cirugía, un carnicero listo para extirpar esos malignos tumores que se agarran a sus órganos. Las palabras y argumentos, fracasan donde triunfan los traumas, y una guerra puede ser aquí garantía de éxitos.

Los gastos son hoy superiores a los ingresos; los consumos superiores a la producción. Esta forma de vida va contra la realidad, y esta odiosa compañera, siempre acaba acudiendo a los llamados de la historia.

El nuevo paradigma aterroriza y con razón. Se acabó el cachondeo. Felicidades a quién lo haya pasado bien, pero ahora toca manos a la obra. ¿Cómo escapar de este destino? Conviene estar preparado. No esquivar los reflejos de la verdad. Mirar a la amargura cara a cara, y saber que uno anda dispuesto a enfrentarla.

Acumule armas.Oro.Bitcoin.Plata.Vaya mejorando sus conocimientos de agricultura. Una huerta de subsistencia, para usted y su familia, no le vendrá nada mal. ¿Suena chiflado? Tal vez. Creo que es probable que no lleguemos a ese punto.

Pero no descarto su posibilidad.

Preocúpese de lo mínimo y olvídese de su carrera. Van a venir años duros. Use su experiencia en el futuro, cuando todo se tranquilice. Al fin y al cabo, la historia son solo ciclos y nosotros, meros figurantes de la obra.