¿NUEVA PAREJA?, EVITA TROPEZAR CON LA MISMA PIEDRA

in #spanish7 years ago

¿Pensabas que el amor es ciego y hoy, andas volando bajo? Pues ahora establece nuevas relaciones conociendo a tiempo las señales que conducen a otro fracaso.

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Cuando una pareja toma la decisión de separarse, especialmente si alguna vez tuvo momentos gratificantes, llenos de alegría y goce, la separación puede llegar a vivirse como una pérdida dolorosa. Alguna de las dos personas, o ambas, al contemplar el pasado perdido se pregunta ¿qué estuvo mal?, ¿en dónde me equivoque?, ¿por qué no me di cuenta a tiempo?, ¿qué pudiera haber ido diferente?

Todo ello es parte del proceso normal de recuperación emocional, y es necesario para superar el dolor y poder involucrarse nuevamente en otra relación.

Primero hay que precisar la problemática de la pareja. La separación es el distanciamiento de las personas, es un “divorcio emocional” ya que desaparecen el cuidado y la preocupación por el bienestar del otro.

Hay que distinguir también aquellas parejas que a pesar de seguir viviendo bajo el mismo techo, no tienen entre ellos una vida emocional o es escasa o nula; es decir, el otro ha dejado de ser la relación más importante en la vida, sea porque existe una nueva pareja o porque diversos intereses o actividades ocupan ahora su lugar.

Es diferente a la separación cuando componente de la pareja vive en domicilio diferente, en ocasiones a pesar de que sigue existiendo una intensa lugar emocional al principio, se termina en la ruptura total.

¿Podemos prevenir la separación? Antes de responder, exploraremos las señales que nos pueden alertar y ayudar a prevenir la ruptura.

Te quise mucho, cuando te quise ...

Tal vez uno de los momentos cruciales en el encuentro inicial, el flechazo, es el momento en el que se debe tener mucho más cuidado si ya se ha tenido una relación de pareja previa. Dentro de nuestra cultura, desde hace cien años, se considera como condición fundamental para el éxito de una unión que ambos estén enamorados.

Sin embargo en otras culturas y en otro tiempo, al enamorado se le ha visto de otra manera, incluso como enfermo. Así, cuando se comportaba con obstinación y falta de juicio, se le toleraba como propio de su estado, que desde luego no justificaba para nada el matrimonio.

Entre nosotros se piensa que el enamoramiento es garantía de que el matrimonio funcionará, lo cual no es cierto. Sabemos de parejas que llegan al divorcio y confiesan haber estado muy enamorados.

Este es pues un elemento que debe tomarse con reserva, ya que el enamoramiento tiene un componente ilusorio. En la medida en que una persona tenga necesidades emocionales insatisfechas, será más proclive a enamorarse de manera poco objetiva y a ver lo que quiere; es decir, busca que se realice su fantasía.

Reconocer si hay algo de esto en nosotros mismos abre la posibilidad de enamorarnos de manera distinta, atendiendo más a la realidad. Cuando una gente se enamora de otra que responde a sus necesidades emocionales, tendrá un punto a favor para que la vida en pareja sea satisfactoria.

Pero si alguien posterga su satisfacción en espera de que la pareja cambie algo en el futuro - “todo irá mejor cuando resuelva algunos problemas”, “cuando no tenga presiones de trabajo”, “cuando su familia lo deje en paz”, “cuando vivamos juntos”, etcétera- está actuando de manera ilusoria.

Este tipo de vínculo insatisfactorio termina en separación, debido a que muchas de las conductas de fondo difícilmente se pueden modificar.

Lo que prometiste se te olvido

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Otras SEÑALES a tomarse en cuenta antes de establecer una nueva relación, sin los ataques al vínculo. Llamamos vínculo a la relación entre dos personas; a aquello que emocional y conductualmente une a determinada persona con otras. Ambas se preocupan por conservar el contacto con el otro.

Los ataques al vínculo ocurren cuando uno de los dos actúa de manera que viola los acuerdos de pareja. Para que dos convivan es necesario que se pongan de acuerdo en lo que se permite dentro de la relación y lo que no; son valores compartidos que, aunque muchas veces no se hablan, se dan como un hecho, por ejemplo, la fidelidad.

Generalmente cuando las parejas deciden formalizar su relación, funcionan con el supuesto de común acuerdo de exclusividad el uno con el otro, tanto en el área sentimental como sexual. Cuando uno de ellos viola este acuerdo, pone en riesgo la existencia del vínculo, y si el ofendido perdona o deja pasar una violación de esta magnitud sin aclaraciones, dicha conducta será repetitiva. Esta relación insatisfactoria tiene grandes posibilidades de terminar en ruptura.

Por supuesto cuando se presenta esta violación a u acuerdo, es porque ya existe una grieta en la pareja. Otras violaciones menos graves son, por ejemplo, no llegar a tiempo a las citas; o no llegar, sin justificación ni llamar o dejar recado; no atender de manera sistemática los compromisos sociales del otro.

Todas ellas son agresiones menores al vínculo, pero se deben tomar como un INDICIO de lo que más tarde podría causar un rompimiento.

Te odio, te quiero

Las agresiones de un miembro de la pareja hacia la integridad del otro siempre implican peligro: cuando desde el inicio de una relación se perciben agresiones, aunque sean menores, se puede estar ante un síntoma muy grave de algo que quizá nunca se pueda superar.

En este tipo de relaciones puede existir una ambivalencia marcada, esto es, la existencia simultánea de sentimientos de amor y rechazo por la otra persona, significa que para el individuo su pareja tiene algunas características reales que considera muy importantes dentro de su ideal, pero también posee otras de aquello que repudia.

Al captarse ambas caras de la moneda, alterna sus sentimientos ambivalentes y la expresión de los mismos. En un momento puede estar muy cercano y cariñoso, y de ahí pasar por una explosión de enojo y agredir a la pareja, ya sea verbal o físicamente.

En ocasiones esto parece suceder por pretextos mínimos, pero en el fondo se está respondiendo a lo que el otro “es” y se repudia. Además puede no ser muy claro para la parte agredida, pues no quiere verlo; sin embargo, en estas relaciones el repudio aparecerá, aunque sea sólo por unos momentos y a pesar de que posteriormente el agresor tenga mil atenciones y expresiones de afecto.

Cuando los maltratos son evidentes, porque se irán incrementando con el tiempo, la víctima lo callará e incluso tratará de ocultarlo ante familiares y amigos. Finalmente se encontrará en un callejón sin salida y sin ningún apoyo, después de haber creado una buena imagen de su pareja que no corresponde a la realidad.

Muchas veces quien maltrata, por un mecanismo de negación, no tiene consciencia del daño que ocasiona.

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Este tipo de reacciones tiene raíces de motivación muy profundas, que provocan que la víctima tenga una mala imagen de si misma y una muy baja autovaloración. Si es víctima en una relación agresiva, su autoimagen se empobrece aún más, sumiéndola en sentimientos de desesperación, depresión, soledad, dudas de su autoestima e inseguridad; en ocasiones, se llega a la conclusión de que la única salida viable es dar por terminada esta vida de pareja conflictiva, ya que se ha convertido en un infierno.

Una de las características muy común en estas relaciones es que a pesar de los esfuerzos que haga la víctima por cambiar, de modo que puede complacer al otro y así evitar el maltrato, casi siempre son inútiles: lo que el otro inconscientemente espera es un cambio en los aspectos esenciales de la personalidad.

Por ejemplo aspecto físicos (color de piel, constitución, estatura, complexión, tipo de cabello), manifestaciones esenciales del carácter (jovial, sociable, simpático, introvertido, callado, tímido) que son rasgos que definen a la persona, que la hacen ser quien es; por ello, es imposible cambiarlas.

Muchas veces es posible reconocer esta dinámica desde el principio de una relación, cuando aparecen pequeñas manifestaciones de repudio. En ocasiones el ingrediente que las hace brotar son el alcohol, la droga o las presiones externas, como las crisis de trabajo o de familia.

Cuando la característica repudiada no se puede expresar, se harán múltiples reclamos como desplazamiento del motivo inconfesable.

Que hiciste del amor que me juraste

Una SEÑAL importante de que las cosas pueden terminar muy mal lo constituyen las fallas por omisión; cuando la pareja no llena las necesidades emocionales del otro. En este campo debemos deslindar los que son expectativas reales de las exageradas.

Esta diferenciación no es fácil, pues quien queda frustrado porque su pareja no cumplió con algo que esperaba de ella, seguirá pensando que lo que solicitaba era factible.

Tratemos de encontrar las diferencias entre ambas:

  • Lo que se espera del otro ha de ser algo para lo que está capacitado. No es aceptable un reclamo cuando su cumplimiento es materialmente imposibles. Uno de estos reclamos imposibles frecuentes se relaciona con las demandas económica ni resuelta, cuando en realidad no se tiene capacidad financiera para hacerlo.

Otra es la demanda de más tiempo y atención cuando se sobreponen con lo profesional, siempre y cuando la pareja no ponga el trabajo como pretextos sistemático para no cumplir lo que se le pide. La pareja, entonces, se encuentra en un segundo término en las prioridades del otro.

La vida con alguien que actúa de esta forma siempre lleva implícita vacíos y lagunas emocionales.

  • Demanda real, concreta y específica, que el otro tiene la posibilidad de cumplir y que lo único que requiere es tener la voluntad de hacerlo. Én ha de ser algo explícito a nivel verbal de forma clara y concisa, no se puede pretender que el otro deba adivinar. Por ejemplo “acompáñame al médico”, “maneja despacio”, “quiero ir al cine”.

Son inadecuados: “debería haber supuesto que yo quería equis regalo y no lo que trajo”, “siendo nuestro aniversario debió saber que me hubiera gustado...”, “si sabe bien cuales son mis gustos”, “sabe que prefiero el rojo y no el amarillo”. En estos últimos ejemplos existe falla por omisión y una agresión deliberada pero oculta, lo cual refleja una situación aún más grave.

“Somos más que dos”

Una SEÑAL más es la falta de capacidad de involucrarse. Desde el inicio de las relaciones existe un fenómeno psíquico que consiste en la reconstrucción de una parte de la propia identidad; es la característica psicológica que lleva a pensar fundamentalmente de un “Yo” que es una posición individual, a un “nosotros”.

Cada decisión que se va tomando en la vida, se considera a la pareja. No significa que se le pregunte, ni siquiera que se le comente todo, sino que se le tome en cuenta. Tampoco significa que todo el tiempo se trate de darle gusto.

Cuando se considera que al tomar una determinada decisión va a provocar el disgusto del otro, es porque se toma en cuenta su existencia en la propia vida. Si no sucede, los individuos no pasan a pensar del yo al nosotros, sino que sólo les importa sus propias necesidades.

La persona no es capaz de integrar a su existencia la existencia del otro, de manera que cuando no está presente no la puede tomar en cuenta, lo que invariablemente provoca una relación muy insatisfactoria. Esto también se manifiesta desde los primeros encuentros.

Después de una falta de consideración, la persona puede incluso pedir disculpas con un genuino pesar, pero en realidad no tiene capacidad de comprometerse. Esta capacidad es específica para cada relación, de manera que podemos observar que una gente toma en cuenta a un familiar o amigo o compañero, pero no hace lo mismo con su pareja.

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Desde que empieza una relación es posible observar formas de comportamientos peculiares, casi patológicas, aunque generalmente en forma leve o moderada, ya que al principio siempre se intenta dar la mejor cara. Sin embargo, este tipo de actitudes no se puede ocultar tan fácilmente.

En ocasiones la pareja hace un verdadero esfuerzo para no enterarse, por ejemplo tiene la necesidad de creen la explicaciones que le da el otro para justificar fallas evidentes en la relación. A veces existen áreas de la vida del otro que permanecen ocultas y la pareja no conoce aspectos básicos de su vida, como sus antecedentes familiares o su actividad profesional; o existen espacios de tiempo durante los cuales no se sabe lo que la persona hace o hay temas personales sobre los no admite preguntas. Todo ello indica que puede ocurrir algún problema.

Otros SIGNOS DE SOSPECHA son las conductas inapropiadas, por ejemplo, las explosiones de enojo sin motivo. En un principio la pareja siempre piensa que el otro nunca va a dirigir sus agresiones contra ella en momento de ira, lo cual es una falla de juicio porque cuando ocurran crisis, siempre reaccionará contra la pareja.

Si una persona es incapaz de controlar sus emociones, las descargará contra quien se encuentre más cercano: su pareja.

Esta tristeza mía

Si vas a establecer una nueva relación toma en cuenta si tu pareja sufre de depresiones o de pesimismo. Alguien con estos rasgos de carácter puede despertar sentimientos de simpatía e incluso compasión, que llegan a confundirse con la ternura y el amor.

No obstante, a medida que la relación avanza, la crisis del depresivo se pueden acentuar, arrastrando al otro hacia sentimientos de desesperación, soledad y abandono, porque no se siente correspondido y sólo recibe demandas emocionales del apoyo.

A la larga la relación se hace muy pesada, ya que ante la mínima falta de ayuda hay reclamos de desamor, entonces el pesimismo y la depresión se acentúan.

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Desde luego es importante considerar situaciones más alarmantes, como son violencia, abuso de fuerza o autoritarismo, toxicomanía, alcoholismo, conductas sexuales inadecuadas, mentiras, corrupción, manipulación de sentimientos, porque todas, tarde o temprano, serán incluidas en el proceso de pareja.

Si alguno de estos rasgos se observan el el inicio de la relación, debes hacerle frente lo antes posible. De otra manera su magnitud siempre tenderá hacia el incremento, hasta llevar a vivir situaciones extremas en donde ya no haya más opción que buscar soluciones definitivas, pero ahora en condiciones muy desventajosas.

Muchas veces encontramos que una persona con cierta conflictiva personal se acomoda a otro que tiene también una problemática similar o complementaria, y es este aspecto el que le da estabilidad a la relación.

El conflicto surge cuando uno de los dos, por alguna situación personal como un tratamiento psicológico, un ambiente laboral propicio o alguna unión emocional significativa con un amigo, compañero o familiar, genera un proceso de crecimiento personal, lo que provocará la incompatibilidad con el otro miembro de la pareja que continúa con sus problemas.

Inicialmente esto puede ser un estímulo para que el otro desee a su vez desarrollarse, pero siempre irá acompañado por tiempos de crisis. Si la pareja logra superarlos, se conservará. Si no, tomará el camino de la separación.

Casi siempre, la ruptura es una experiencia dolorosa que deja una secuela de resentimiento y frustración por algún tiempo. Pro lo que es “mejor prevenir que lamentar”. En cualquier nuevo compromiso, hay que estar alertas para advertir las señales.

Es necesario leer entre líneas, descubrir signos, no cegarnos otra vez. Esa es la única manera de no tropezar dos veces con la misma piedra y con el mismo pie.

Fotos: El Popular, siquia.com, One Direction Novelas, proufu.ru, binetna.com.tn

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Si requieres orientación sobre temas de pareja, lo mejor es el Tarot del Amor que revela la intimidad del corazón.

Su lectura permite conocer los eventos que se presentarán en la relación de pareja, del presente a 6 meses. Responde preguntas como: puntos afines, reales intenciones del otro y hasta sus más profundos pensamientos o verdaderos sentimientos. Permite modificar las situaciones, ya que advierte cómo manejarlas para que el resultado sea positivo para ambos.

También puedes recurrir a la Astrología (Sinastría)