Sueño de un infante

         Mi niñez fue la introducción a millones de cosas aprendidas que hoy solo ocupan espacio en mi mente y que quisiera borrar.

         Mi adolescencia fue la practica entre lo bueno y lo malo; el alfa y el omega de una maravillosa etapa que solo yo conocía hasta el día de hoy que tan convaleciente me encuentro dependiendo de otros para poder subsistir, jamás pensé que este momento llegaría, pero llego como eficiente cazador, desplazándose entre la maleza del tiempo manteniéndose desapercibido, como un torero esperando el momento perfecto para dar la última estocada.

         Te mire al final de la carretera, en las cumbres de las montañas, entre las nubes y los ríos, las playas y la arena, te veía pero no te daba importancia al disfrutar de los placeres de la vida.

         Disfrute de la salud y el deseo, del amor y la ambición, de las mentiras disfrazadas en verdad que me hicieron creer algunas personas que mi confianza no valoraron, no me quejo de nada porque siento que volveré a nacer, aunque ya desgraciadamente mis padres no se encuentren conmigo y me sienta mal por no haberlos abrazado y confesado mi admiración por sus esfuerzos en mi tan complicado proyecto de intentar ser feliz.

         Las noches de desvelo que les ocasione o las disculpas que les debo por el dolor que les cause cuando intentaron arreglar mi conducta y rebeldía. No quiero volver a cometer errores, pero ya es tarde, la señora muerte con su hoz abre mi sepulcro, me invita a descansar y a no preocuparme más.