Un adiós, sin despedida
Carta a un amigo, que se fue sin decir adiós.
Debo agradecer tener la oportunidad de escribirte más allá de la distancia, más allá de la eternidad.
Hoy justamente me levante con la convicción de plasmar en unas líneas, palabras que no me atreví a confesar con anterioridad, muchas preguntas que tengo entre pecho y alma desde el día que decidiste irte sin decir adiós.
¿Por qué lo hiciste?
¿Qué te llevo a tomar esa decisión tan drástica?
Una decisión muy definitiva y que provoco que se te juzgará, se te señalará, me hiciste pensar que eras un cobarde.
Quizás el rumor de tu enfermedad?
Acaso fue pensar en que no había más opción
¿Por qué no buscarme?
Que cruel y egoísta fuiste en solo pensar en ti y olvidarte de todos los que te queríamos y que te podíamos apoyar.
Quiero saber tantas cosas, quede con una incertidumbre tan grande, con un dolor que por momento no me deja respirar al recordar lo lleno de vida y lo guerrero que eras.
Así te conocí y no entiendo que paso.
Pero he decidido atreves de estas líneas dejar atrás todo ese sentimiento, limpiar mi corazón y no decir que te entiendo pero sí que hoy me libero de todo aquello. Voy a dejar que todo ese hermoso cariño que siento por ti reine en mí.
Sin dudas, ni reproches.
Te agradezco todos esos hermosos momentos a tu lado fueron único, auténticos y maravillosos.
Un gran amigo que con todo tu alegría contagiabas todo a tu alrededor, esa misma que la tendré siempre presente junto con esas ganas de vivir que te invadían cuando te conocí.
Gracias por tus consejos sabes que siempre acertabas en ellos, tenías ese don de controlar mis acciones con solo un gesto, una palabra, un mensaje (risas) eras insoportable.
Pero sabes que te adoraba y aún te adoro y eso jamás va a cambiar.
Espero algún día volver a reunirnos pero claro que sea dentro de muchisiiiiiimos años más y poder acabar con estas dudas que dejaste en mí.
Cuídame desde la distancia en este difícil pero hermoso camino que se llama vida…