Hombres
Curiosas criaturas que creen tener al mundo agarrado con las mismas manos con las que bordean nuestras cinturas. Su exceso de seguridad respecto a nosotras, les hace pensar que tenernos equivale a poseernos, cuando en realidad siempre seremos nosotras las que decidamos compartirnos un rato, una noche, o una vida con ellos.
Fotografía tomada a @marlicorina con su consentimiento y colaboración.
Hombres… A los que se les derrite su frialdad con una sonrisa nuestra, los mismos que se la dan de duros pero se sorprenden por las noches recordándonos, deseándonos, extrañando nuestras ocurrencias. A ellos les encanta sentir que nos protegen y aunque no les gustan las mujeres dependientes, cuando se topan con una que vuela sola, independiente y libre, no saben qué hacer con ella.
Los hombres se contradicen por naturaleza: nos quieren, pero se lo reservan; les gustamos, pero en algún momento terminan intentando cambiarnos; nos aman, pero no lo suficiente como para que seamos las únicas. Y entre sus pícaras contradicciones, les encanta vernos dormir con su franela y aún así, insisten en quitárnosla…
Ellos son tan simples y enrollados al mismo tiempo, tratan de ser despreocupados pero pueden resultar más intensos que un traguito de cocuy. Y es que yo creo que se inventaron eso del “cuaimismo” como “cosa de mujeres”, sólo para tratar de frenar sus propios ataques repentinos de celos, porque aunque no lo acepten, a pesar de tomársela suave, a veces pueden ser muy controladores.
Los hombres nos ven y nos desnudan, enseguida tratan de leernos la vida en una mirada y cuando lo logran, consiguen mucho más que nuestro cuerpo. Pero hay algo que me inquieta, y es que aunque prefieran no involucrarse demasiado o mantenerse al margen, terminan haciendo todo para atraernos, llegarnos al fondo y que no los soltemos (¿quién los entiende?).
Algunos son callados, reservados, misteriosos; otros, todo lo contrario. Hay tanta variedad y al final todos saben a locura, pasión y vida (si los sabemos llevar). Si no, su sabor terminará siendo amargo, a guayabo y soledad…
Es lamentable que a estas alturas algunos hombres todavía prefieran engañar y hacer una película para conseguir lo que desean. Creo que no se han dado cuenta, o su machismo inconsciente les impide aceptar que las mujeres también disfrutamos libremente nuestra sexualidad. Por eso siempre defenderé la honestidad, es mejor, más simple y más sano hablar claro para evitar dramas innecesarios. Resulta que las mujeres podemos hacer el amor o tener sexo; enamorarnos bonito o disfrutar lo que fluya en el momento; podemos darlo todo de una o a goticas. Menos mal que nos conocemos y ya sabemos la diferencia abismal y las consecuencias de confundirnos en esto…
A los hombres les falta aprender un poquito más sobre mujeres y aunque nunca lograrán entendernos por completo, por lo menos podrían descifrarnos, aprender a querernos, a entregarse y recibirnos sin que haya daño de por medio.
Hombres, hombres… Distintas edades, mentalidades, intenciones, rostros, olores y cuerpos… Y al final todos disfrutan nuestra risa y jugar con nuestro pelo. Todos cierran los ojos cuando los besamos y nos abrazan con fuerza sin ganas de dejarnos ir, durante ese instante fugaz en el que se sienten dueños de nuestros labios y nuestro universo.
Bueno, ya que hablamos de los hombres, no todo está mal en ellos. Todo lo contrario, no les cambiaría nada ni pudiendo. Y es que creo que gracias a ellos nosotras podemos aprender, fortalecernos, volar más lejos, crecer con las experiencias que nos brindan; nada como vivirlos, sentirlos, recibirlos y cuando llega el final, agradecerles y dejarlos ir… Los hombres (la mayoría de veces sin saberlo), nos enseñan a ser más mujeres, más seguras, más nuestras. Porque sólo cuando lo hemos dado todo y lo hemos perdido todo por ellos, entendemos que nadie más nos amará, valorará y respetará tanto como nosotras mismas.
Definitivamente pertenecer a un hombre no es lo nuestro, pero disfrutarlos y compartirnos sanamente con ellos, es uno de los placeres más sublimes de ser mujeres...