¡Hay que darle vuelta a la tortilla!

La vida rutinaria hace de la mente de las personas un espacio cuadrado, blanco y limpio. Algo simétrico que puede a simple vista ser perfecto pero, que carece de color, de textura y de locura. Sin embargo la rutina es inevitable y no puede escaparse de ella a diario, o bueno, no totalmente pero podemos hacer una rutina distinta cada día. Pintar una pared de nuestra mente de verde chillón sin necesidad de que deje su perfección; eso lo logramos utilizando nuestra capacidad creativa y nuestros 5 sentidos, ya no veríamos las cosas solo con los ojos sino que nuestras manos, nuestra nariz, oídos también serán testigos de lo que el exterior nos presente.

Hoy de regreso del trabajo no pude tomar un autobús así que decidí caminar, la fatiga de todos los días y los mil pensamientos que daban vuelta por mi cabeza me estaban impidiendo ver algo hermoso que tenía totalmente frente a mis ojos y era un niño pequeño aprendiendo a andar en bicicleta, algo simple ¿no?, rutinario pero, quise ver más allá y pude sentir la emoción de ese nene, lo vi correr y reírse porque lo lograba, lo vi caerse y levantarse, vi a su mamá a su lado y no sólo eso sino que sentí su felicidad, sentí el brillar de sus ojos, sentí su inocencia y fue hermoso. A partir de ese momento mi día tuvo otro sentido, ya no era tan tonto pues al menos algo había vivido. Llegue a casa y sentí la necesidad de expresarlo.

Luego de 18 años creo que puedo decir que hoy comprendí la famosa frase del rey león y es que "hay que mirar más allá de lo que ves"