Momentos que cambian la vida... 2da Parte

Hola amigos steemians, como les había prometido esta es la segunda parte de lo que yo llamo momentos que nos cambian la vida. Especialmente los que cambiaron la mía. Y comienzo con uno de esos momentos tristes, cuando ves partir a alguien, aunque sabes que es para ser feliz.

En 2013 mi hermana, la Sándwich dejó el nido por ir detrás de quien para entonces creía su amor, pero no solo dejó el nido, sino que también el país. Se había enamorado de un argentino y por supuesto buscó emigrar a su lado. Quizás no hubiera sido la gran cosa si no fuéramos tan unidos, pero tanto mis padres, como mi hermana menor se vinieron abajo cuando el avión despegó. Y no es que yo no me sintiera mal por no ver a mi hermana tan seguido como siempre, sino que la coraza estaba funcionando, todo el mundo me veía como el más fuerte de la familia, por lo que tuve que sacar fuerzas (pues no las tenía) y levantarle el ánimo hasta a la perrita. Costó lo suyo pero creo que con el pasar de los días mis padres se dieron cuenta de que mi hermana estaba bien, y por supuesto enamorada. Ese mismo año, ya para finales, mi padre cayó enfermo y nos dio un buen susto.

Superado ese susto, en 2014 viajé a Argentina junto a mi hermana menor, allí pude no solo conocer una bonita ciudad como Buenos Aires sino también constatar que a pesar de que mi hermana se veía feliz era totalmente incompatible con el hombre que había elegido, pero no me correspondía a mi hacérselo saber. Sin embargo, lo bonito del viaje fue lo diferente que viví esas dos semanas comparado con lo que vivía en mi país. No solo los lugares turísticos eran por mucho mejores, sino también el clima y la cultura. Sentía que mi ciudad estaba atrasada años luz de todo eso. ¿Y por qué no me quedé? ¡Pues, por pendejo!

A mediados de ese año 2014, viví lo que luego de mi nacimiento cambió mi vida con un giro de 180°, tuve un accidente junto a mi familia, en el cual murió mi padre. Y como dije la vez anterior, cada enfrentamiento con la muerte es diferente. El vacío se incrementa cuando es alguien tan allegado, y nunca se supera, simplemente se acostumbra a no ver más a esa persona. Pero el recuerdo persiste día tras día, con una canción, con una comida, con un aroma, o simplemente con una frase.

En el 2017 finalmente tomé consciencia de quién soy. Esa búsqueda trascendental que todos llevamos a cabo de una u otra forma llegó a su fin cuando me descubrí y acepté. Pensando y poniendo en práctica eso de “me importa una mierda lo que piensen y digan los demás”. No es fácil darse cuenta, y en mi caso muy particular me pregunto cómo no había visto las señales antes, si allí estaban todas. Siempre estuve ahí, sin poder salir, hasta que un día de la nada “exploté”. Por supuesto que el haberme descubierto me hizo cambiar, aunque ya el carácter está formado, tengo que decir que saber quién soy me ha hecho más feliz, más libre, más yo. Y pienso que es un gran avance en lo que es nuestro paso por la vida.

El cambio final, hasta ahora, se produjo el año pasado 2018, cuando me vi en la necesidad de moverme, no podía continuar donde estaba, sintiendo como se me estaba yendo la vida sin obtener nada. Mi hermana y yo empacamos dos maletas e iniciamos el viaje, yo lo llamo La Aventura. Recorrer 5 países para empezar de 0. De no tener nada, llegar con una mano adelante y otra detrás, sin trabajo y a duras penas un lugar donde dormir y comer, a tener nuestro espacio, nuestras cosas, un nuevo futuro ha costado casi un año, pero ha valido la pena.

La vida depende de las decisiones que tomamos. Nuestro futuro está en nuestras manos. Para bien o para mal, hay situaciones y circunstancias que nos cambian, que nos hacen madurar y que nos hacen avanzar.

¡Pa'lante es pa'llá!