El sueño del amor - La mutable concepción de los imaginarios sociales

in #spanish7 years ago
Es inherente a la humanidad la necesidad de identificar y dotar de nombres y significados a todo aquello que le rodea; acción que le permite reconocer la realidad y asentar las bases de interpretaciones del mundo. Cada etnia, grupo, clase o conformación social configura sus propios imaginarios sociales, entendidos como repositorios históricos en el memorial de los individuos de carácter simbólico a partir de (algo).

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En la novela El sueño del amor (1998), de Iris Zavala, se ven plasmados dichos imaginarios; a partir de una bifurcación de los mismos con los símbolos que los conforman. La creación mítica de Orfeo es una de estas representaciones simbólicas que funcionan para contrastar ciertos matices de orden político, cultural y social, con el momento histórico de la revolución cubana y su principal actor Fidel Castro, secundado por el diario Granma, propio de aquella isla. Además a modo explicativo y reinterpretativo, la escritora transfigura el mito órfico, alternándolo con la ensoñación del diario isleño, proclamando de esta manera el acontecimiento social como un sueño por la libertad.

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De modo que es concebido lo simbólico como apertura para la aparición mítica, permitiendo al sujeto identificarse y convertirse en generador de imaginarios sociales, donde ciertamente es objeto de creencia y convicción lo imaginario, pues es el producto de eventos que proporcionan juicios valorativos a efectos simbólicos, por lo tanto es indisoluble uno del otro (imaginario / simbólico), tal como lo expone Castoriadis (2003) “lo simbólico y lo imaginario van juntos, lo imaginario debe utilizar lo simbólico, no solo para “expresarse”, lo cual es evidente, sino para “existir”, para pasar de lo virtual a cualquier otra cosa más.” Lo simbólico ayuda a la encarnación del imaginario social, pues surge de las diversas concepciones que se posea de la realidad, ya sean con mayor o menor apasionamiento, pero al final siempre resultan trastocando la cosmovisión del mundo actual.

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Asimismo, se crean numerosos iconos que dan forma y sentido a la cultura de los pueblos, incluso llegando a traspasar los límites territoriales que les contienen, debido a que lo que representan termina por formar parte de la psiquis de los individuos y gracias a la socialización y remembranza se transfiere, no solo en el plano físico, sino, en el mental y temporal, siendo reemplazado en ocasiones por medio de la reinterpretación o la reconceptualización de su significado. Tal como lo puntualiza Castoriadis (2003):

No estamos reviviendo una fe muerta, ni tampoco la pretensión es constatar un revival de la religión, de tantos que experimenta, sino más bien un survival del alma a través de esa auto-alteración, de esa presentificación, de ese figurarse sin fin del imaginario social. No adoramos a numerosos dioses y diosas (aunque sin duda existe una idolatrización de algunos substitutos técnicos de dioses como el dinero, el poder, o el sexo) sino que tales “dioses” y “diosas” se manifiestan en y a través de nuestra estructura psíquica. La vida, propiamente, es una lucha entre tales potencialidades (mundo de ser y de significado) y el hombre es la arena de una eterna guerra de Troya (p. 67).
En un mundo tan complejo y apoderado por la importancia del significado de todo aquello que contiene, resulta relevante comprender adecuadamente la heterodoxa concepción de la realidad, lo que conlleva al menoscabo de la certeza que se pueda tener respecto a algunos de los símbolos que conforman el entramado de los imaginarios sociales, siendo el producto final de aquellas interpretaciones psíquicas de la realidad.

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Los imaginarios sociales caribeños que se evidencian en la novela están configurados a través de mitos, personajes o diarios, elementos de la antigüedad clásica occidental, como de la modernidad, que resultan ser propicios y resaltantes en la definición del sujeto caribeño, mediante los símbolos que desprende la revolución cubana. Descritos de esta manera:

Tengo que acordarme con exactitud de cómo me llegó el amor por ti, el Granma, y 1958, y la historia me absolverá. Y entonces comencé a preguntarme qué historia. Comprendí que ahora no era un placer ser cubano. ¿Por qué crees que amé ese sueño llamando Granma y Fidel? (p. 26).
No obstante, es variable la apreciación que se pueda tener sobre algunos referentes simbólicos y lo que ellos representan, y la manera en que ellos repercuten en los imaginarios sociales, pues es innegable que en la modernidad no hay un centro, tal como lo describe Castoriadis () “no hay imaginario social central (monoteísmo), sino múltiples constelaciones que actúan en nuestra alma en nuestra psique”. (p. 66). Las diferentes perspectivas o concepciones del plano real se contraponen, donde la multiplicidad de apreciaciones desata la ambigüedad respecto a las creencias más acérrimas, por medio del paso del tiempo y el pensamiento actual, se revierte, cuestiona o se deconstruyen las creencias producto de los procesos psíquicos que sustentan dichos imaginarios sociales que dan pie a las pasiones históricas. Al respecto, Canclini (2010) expone:

El riesgo que señalábamos, solidificada, como existiendo de una vez para siempre, se presenta en esa distinción. En realidad, lo instituyente, no sólo lo creativo sino lo que se apoya en algo instituido a partir de lo cual se puede imaginar, está siendo reconceptualizado, reimaginado una y otra vez (p. 103).
El imaginario es proclive a cambios de percepción y de conceptualización, pues depende del contexto y momento histórico en el que se desenvuelva la sociedad; en tal sentido siempre se verá influido por los interés que se encuentren presentes, y no siendo más que el resultado de la evolución psíquica de los individuos, pues, es el producto de su participación activa en los procesos culturales, políticos y religiosos que dan pie a las constantes renovaciones de la realidad.

Referencias:

Castoriadis, Cornelius. (2003). La pluralidad de los imaginarios sociales de la modernidad. ANTHROPOS

Canclini García, Néstor. (2010). Imaginarios urbanos. Argentina: Eudeba.

Zavala, Iris. (1998). El sueño del amor. España: Editorial Universidad de Puerto Rico.

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hermano que calidad de expresión literaria tienes, me he dado tremendo gusto al leerte , por dos razones primordialmente, 1 la información me parece muy interesante ya que concuerdo con la afirmación que el hombre(como ser incluye a la mujer obviamente) como individuo, le es un menester la clasificación de objetos, personas, animales o cosas y segundo, la manera en que escribiste fue excelsa , no cansa y es muy nutritiva, sigue así, éxitos desde Venezuela.

Muchas gracias @manuelgonzalez, tus palabras son muy alentadoras, es muy positivo cuando tu esfuerzo es reconocido y valorado. Saludos!

@macondo hermano que calidad de escrito, que entusiasmo el poder leer tus líneas eres mi punto de referencia, a diario paso por tu blog, porque me llena los ojos y el espíritu de conocimiento.

Me alagas @elinderzambrano, en verdad. Excelente lo que me comentas, pues toma de referencia la estructura de mis escritos para que vayas esquematizando los tuyos y puedas plasmar tus ideas. Recuerda que no hay nada mejor que sustentar tus palabras con referencias, eso les dará soporte. Gracias por ser un fiel lector. Saludos!

Así es hermano, lo estoy haciendo. Estoy preparando uno, y tomaré de referencia la forma de tu post! excelente. ¡Recuerda que a diario me meto en tu blog! es un placer leerte! Me gusta mucho porque tomas libros y películas y libros de grandes escritores! Saludos.

Gracias. Muy bien, toma en cuenta que la única manera de mejorar la redacción es escribiendo, ese principio siempre hay que aplicarlo, también existen los manuales de estilo. Éxitos @elinderzambrano.

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