Dentro del coche, observando embobada como cae la lluvia en los cristales, las preciosas gotas que llegan al capó emitiendo un sonido relajante son finas, se intuye por cómo suenan.

Me paro a prestarle atención al efecto óptico que crean en la luna del coche, deformando y desenfocando la realidad material del exterior.

Estas cosas son mágicas.

¿Cómo un cristal empapado puede distorsionar tanto lo que hay a mi alrededor?

Me recuerda algo.

Podría compararse con nuestra mente, como si ella fuera nuestro cristal, y dependiendo de cómo se encuentre altera nuestra percepción de las cosas o nos muestra clara y fielmente la realidad.

Se oyen los chispeos, las lluvias moderadas y las tormentas arrebatadoras. Ellas son los pensamientos.

Si les atendemos pueden decirnos cómo se encuentra el cristal de nuestra mente.

Si ponemos la radio a tope no nos percataremos de sus advertencias, se nos empapará el cristal sin previo aviso.

Y una vez empapado, cuando ya es imposible de conducir, ¿hay alguna forma de limpiarlo?

¡Por supuesto que sí! Haciendo uso de los limpiaparabrisas.

Ellos serían esas técnicas, herramientas o profesionales que pueden ayudarnos a activar el mando y ponerlos en funcionamiento para mejorar la visibilidad en nuestro viaje.

¿Ahora mismo está lloviendo dentro de ti? ¿Necesitas poner los limpiaparabrisas para continuar conduciendo tu vida?

Gracias por pasar por aquí, te leo en los comentarios ☺

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