LA LEYENDA DEL HORCÓN Poemas del alma y para el alma
Dijo un viejo de repente: Les voy a contar un cuento, aura que el agua y el viento, traen a la memoria mías cosas que nadie sabía y que yo diré al momento.
Tal vez tenga que luchar con más de un inconveniente para que resista la mente el cuento sin lagrimear, pero Dios que supo dar paciencia a mi corazón tal vez venga ésta ocasión a alumbrar con su reflejo el alma de un gaucho viejo que ya lo espera el cajón hay cosas que yo no puedo detallar como es debido, unas, porque se han perdido y otras porque tengo miedo, pero ya que en el enredo los metido, pido atención, que, si la imaginación me ayuda en este momento conocerán por mi cuento.
Alcáncenme un amargo p'a que suavice mi pecho, que voy centrar derecho al asunto porque es largo; haré fuerza sin embargo p'a llegar hasta el final.
Y si atiende cada cual con espíritu sereno verán como un hombre sereno llegó a hacerse criminal. Setenta años, quien diría que vivo aquí en estos pagos sin conocer más halagos que la gran tristeza mía setenta años no es un día, pueden tenerlo por cierto, pues si mis dichas han muerto aura tengo la virtud de ser p'a esta juventud lo mismo que un libro abierto.
Iban a golpear las manos por lo que el viejo decía pero una lágrima fría los detuvo a los paisanos. No se asusten si mi cuento les recuerdo en este día algo que ya no podía ocultar mis sentimientos vuelquen todos un momento la memoria en el pasado que allí verán retrata con tubitos sus pormenores una tragedia de amores que el silencio ha sepultado.
Hay sentimientos humanos dijo el viejo conmovido - que los años con sus ruidos no borran de mi memoria y este cuento es una historia que p'a mí no tiene olvido. Allí en mis años de mozo, y perdonen la distancia, sucedió que en esta estancia hubo un crimen misterioso.
En un alazán precioso llegó aquí un desconocido mozo lindo muy cumplido que al hablar con el patrón quedó la estancia de pión siendo después muy querido. Al poco tiempo nomás, el amor lo picoteó y el mocito se casó con la hija del capataz; todo marchaba al compás de la dicha y el amor y p'a grandeza mayor Dios les mandó un crío, un blanco y hermoso niño más bonito que una flor.
Iban pasando los años muy felices en su choza ella alegre y güeña moza el muerte y sin desengaños.
Pero misterios extraños, y la traición deshizo el mocetón
sus más queridos anhelos el fantasma de los celos se clavó en su corazón. Aguantó el hombre callao hasta dar con la evidencia y un día fingió una ausencia que jamás había pensado.
Dijo que tenía un ganado que llevar p'a la tablada, que era una güeña volada pa ganarse algunos pesos y así, entre risas y besos se despidió de su amada.
A la una de la mañana del otro día justamente llegó el hombre de repente convertido en fiera humana; de un golpe hecho la ventana contra el suelo en mil pedazos y avanzando a grandes pasos, ciego de rabia y dolor, vida que su único amor descansaba en otros brazos.
Como un sordo movimiento enseguida se sintió, después un cuerpo cayó y otro cuerpo en el momento, ni un quejido, ni un lamento, salió de la habitación y p'a concluir su misión cuando los vio difuntos los enterró a los dos juntos donde hoy está el horcón.
En la estancia se sabía que la ingrata lo engañaba pero a él nadie le contaba la desgracia que vivía, por eso la policía no hizo caso mayormente, pues dijeron la inocentes qué con su gavilán y en cambio los dos están descansando eternamente ¡A jijuna! gritó un paisano- si es así lo que habla el viejo, Ese era un macho conejo! ¡Yo le besaré la mano. . .!
YO SOY - Le gritó el anciano- ¡venga mi hijo. . . béseme! Yo fui mijo el que mató a tu madre desgraciada porque en la cama abrazada con otro, yo la encontré. Hizo bien taita querido, - gritó el hijo sin encono- venga viejo lo perdono, por lo tanto que ha sufrido; pero ahorita le pido que no la maldiga más que si qué mala y audaz por mí, perdónela, padre, que una madre, siempre es madre, ¡déjela que duerma en paz. . .! Los dos hombres se abrazaron como nunca lo habían hecho juntando pecho con pecho cómodos niños lloraron, padre e hijo se besaron pero con tal sentimiento, que el humano pensamiento no puede pintar ahora la escena conmovedora de aquel trágico momento. Los ojos de aquella gente con el llanto se inundaron y todos mudos quedaron bajo un silencio impotente, -volvió; a decir nuevamente- Allí están en el Horcón y poniendo el corazón el anciano en lo que dijo, le pidió perdón al hijo y el hijo le dio perdón.
Por...Juan Pablo López.
http://www.chispaisas.info/pueblito30.htm
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Buen relato @llsnake88 espero seguir viendo más mi buen amigo suerte.
con el favor de DIOS asi sera amigo mio
Relato bueno
seguiré subiendo espero les gusten