¿Hacia dónde va el debate intelectual venezolano?
Una periodización de la historia del debate intelectual venezolano bien podría estructurarse a partir del impacto sobre su agenda de las vicisitudes del proceso sociopolítico.
Por ejemplo, en los debates intelectuales anteriores a 1958 podríamos destacar la defensa del civilismo frente al militarismo (o, por el contrario, la justificación de este), en conexión con la famosa dicotomía entre civilización y barbarie. Conquistada la preeminencia del poder civil durante el período democrático, una parte importante de la intelectualidad se inserta y toma posición en el debate internacional entre socialismo y capitalismo. Y cuando el socialismo deja de ser un futurible a desear o temer para convertirse en parte de la realidad a partir del segundo gobierno de Chávez, las posiciones intelectuales se alinean a favor o en contra de este socialismo real criollo.
A medida que el modelo político del chavismo-madurismo parece encaminarse hacia su crisis final, su deriva autoritaria y sus últimos e inocultablemente desastrosos resultados prácticos están generando a escala local un impacto intelectual comparable al de la caída del muro de Berlín. El tradicional discurso intelectual de izquierda, que en su momento ofreció apoyo teórico y defensa al proyecto chavista, se debilita y dispersa. Una minoría recalcitrante (débilmente apoyada desde sus cómodas y lejanas poltronas por una parte de la izquierda intelectual internacional) insiste en el libreto del bloqueo imperialista, pero la mayoría de la izquierda intelectual ha abandonado la defensa del chavismo-madurismo para concentrarse en su propia justificación, recurriendo muchas veces al manido argumento de que “esto no es socialismo” o intentando establecer diferencias de fondo entre los gobiernos de Chávez y Maduro.
Sin embargo, el giro más interesante es el que protagoniza un representativo grupo de intelectuales provenientes de la izquierda, que en abierta autocrítica o rectificación y en contravía de la persistencia del discurso tradicional de izquierda en el resto del continente, no simplemente abandona el chavismo-madurismo (del cual siempre fueron críticos en muchos casos), sino que lo que cuestiona es el propio espectro ideológico de la izquierda, y se aproxima, de manera gradual pero decidida, a las posiciones de los intelectuales liberales más tradicionales.
En este contexto, la crítica del populismo y la asunción pragmática del modelo liberal de explicación de la economía superan o reformulan los debates entre socialismo y capitalismo, Estado y mercado, izquierda y derecha. Entretanto, la vieja defensa del civilismo resurge frente a la masiva y funesta presencia de militares en el ejercicio del gobierno.
En los años venideros, el debate entre localismo y universalismo, que en épocas pasadas solo se había presentado en el plano estético (criollistas contra modernistas y vanguardistas contra regionalistas), podría irrumpir también en el plano social, esta vez sobre la base de la universalidad de los derechos humanos y los perniciosos efectos de la justificación nacionalista del colectivismo de izquierda o derecha. Otro tema que podría resurgir, por primera vez desde los tiempos de Guzmán Blanco, es la defensa del laicismo frente a la injerencia de la religión en el debate político y civil, ya no solo en relación con el catolicismo, sino con el fenómeno emergente de los movimientos políticos-evangélicos, e incluso con el culto civil bolivariano, ya denunciado por varios autores en su momento.
¿Se concretarán estas tendencias? ¿Serán definitivas? Quizás sea demasiado pronto para pronosticar el fin del debate ideológico y el triunfo del consenso capitalista liberal a escala local.
Sin embargo, con la confirmación de las predicciones del liberalismo sobre el experimento chavista y los matices impuestos por la formación y transformación de los intelectuales de izquierda, quizás podríamos esperar la aparición de un nuevo paradigma socialdemocrático, esta vez fundamentado sobre la defensa liberal de los derechos individuales, y ya no disidente sino independiente del pensamiento económico de Marx.
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