El dilema de Thanos. Mi experiencia con Infinity War (por Leonardo Laverde B.)
Ayer me regalaron una entrada para ver Avengers: infinity war. Al principio pensé en venderla, pero al final no quise despreciar el regalo que me habían hecho. De modo que fui a ver la película y aquí les dejo mi experiencia como espectador. Creo que puedo decir que no tiene ningún spoiler importante.
La cinta es entretenida. Las dos horas se pasaron volando y la sensación al final fue lo suficientemente interesante como para quedarme a esperar la escena postcréditos. Con todo, no me pareció una gran película (ni siquiera dentro del estándar de las películas de superhéroes). Suele pasar que me formo expectativas demasiado altas cuando veo películas que son muy elogiadas.
¿Qué sucedió? Algo que ha ocurrido en otras películas de Los Vengadores: el gran número de personajes, las indudablemente espectaculares peleas y los efectos especiales dejan poco espacio para revisitar a nuestros personajes favoritos o desarrollar un par de ideas interesantes. Por otra parte, la dificultad para calibrar el poder de los combatientes y la constante aparición de armas maravillosas me hace difícil entender cómo, por ejemplo, un personaje que ha conseguido patearle el trasero a Hulk, de pronto tiene dificultades para quitarse de encima al Hombre Araña. La misma película lo hace notar con ironía, cuando un personaje se queja de que otro de los héroes –cuyo poder podría hacer la diferencia–, se tome tanto tiempo para dignarse a intervenir.
Infinity war, como ya mencioné, roza un par de ideas interesantes. Primero está el gran tema de Thanos: el fin justifica los medios, un ideal pretendidamente altruista pervertido por un pragmatismo mal entendido, la paradoja de pretender alcanzar el equilibrio a través del exterminio (en este caso aleatorio) de una de las dos mitades. Thanos se inserta así en la línea de los grandes “soñadores” que han iniciado proyectos totalitarios, una experiencia cuyos efectos aún probamos en Venezuela.
Otro tópico interesante es el dilema trágico de sacrificar lo que más queremos para obtener lo que más deseamos (o lo que nos parece correcto). Este dilema es enfrentado por cada persona que se ha cuestionado, por ejemplo, si vale la pena arriesgar la vida desafiando las fuerzas de la represión, quedarse en el país “aguantando la pela” o abandonar a sus seres queridos en busca de una vida digna fuera de las fronteras.
¿Piensa en todo esto el público que ve Infinity war? ¡Claro que no! Si uno gasta ese realero en el cine es precisamente para dejar a un lado esas preocupaciones. Además, qué tiempo va a tener uno para reflexionar sobre las motivaciones de Thanos o valorar los pros y los contras de cada decisión cuando los thanistas nos están expropiando una gema del infinito cada veinte minutos.
Me agradó que una de las escenas más importantes transcurra en Wakanda, concepto que en sí mismo es una delicia. Por último, los aplausos del público saludando la reaparición de Thor fueron para mí lo más divertido de la noche. Con qué ingenuidad infantil endiosamos al héroe que creemos nos va a salvar el día, y al instante siguiente, ciframos todas nuestras esperanzas en una llamada de beeper.