SpanishChallenge # 15 Entrada No. 2 - Reflexiones Parte II "En estas calles se sobrevive"
Puedes leer la primera parte de "En estas calles se sobrevive" en el siguiente link, https://steemit.com/spanish/@lidaesther/spanishchallenge-15-entrada-1-en-estas-calles-se-sobrevive
Hasta hace dos semanas yo nunca había probado más droga que el alcohol y los cigarros, un poco de marihuana, sin llegar a acabar un porro. Sin embargo hoy que me despierto con la luz del mediodía golpeándome fuerte en la espalda desnuda, soy incapaz de saber cuándo fue la última vez que estuve consiente de mi existencia, tampoco es importante. Como no es importante si me visto, si me aseo, si vivo, si mi mamá me puede mantener o lo quiere dejar de hacer, personas como yo son un lastre para la sociedad, eso intuyo, pero no puedo pensarlo en mi estado calamitoso, cuando me fui a dormir había tres o tal vez cinco personas más, sin embargo estoy solo.
La soledad parece la única constante de mi vida. Si tuviera valor no estaría tirado revolcandome en mi propia inmundicia, sería capaz de hacer algo bueno con mis despojos. Sin embargo nunca he pensado en el valor de la vida, eso lo hace la gente que puede vivir, desde pequeño lo único constante ha sido la lucha por la supervivencia. La gente se cansa cuando es adulta, pero no lucha desde el vientre de su madre, los que si luchamos con cada respiración, nos cansamos más rápido y nos volvemos viejos y sin valor más rápido que los que viven y no sobreviven. Este parece ser el inicio de una larga lista de no había pensado y de si hubiera sabido o hubiera hecho, son cosas que solo en la mente pueden existir, pues la realidad es que lo hecho no se puede cambiar, aunque lo desee, sin embargo ni siquiera sé que desearía no haber estado en esa esquina, de alguna forma era parte de lo que debía pasarme. De la forma más ingenua entregué mi vida al abismo, me lance sin preguntar la necesidad de paracaídas y ahora voy derecho al fondo ¿Habrá alguna salida?
Intento estar en pie, pero un pensamiento me atraviesa la mente, me desplomo en la casa, mientras los recuerdos de esa noche me alcanzan. Ya había pasado la hora acordada y nadie aparecía, pero yo no debía moverme de mi puesto así el alba me sorprendiera esperando. Las luces de mis tennis -aún las veo cuando cierro los ojos- me estaban empezando a fastidiar, cada vez que movía los pies las sombras bailaban, estirándose y encogiéndose, lo mismo que mi paranoia. Si mis compañeros no tenían seguro algo malo pasaba, veía un oponente en cada sombra, la pistola sujeta al cinto, pesaba en mi espalda, debería usarla, debería estar preparado, si no era rápido en un momento alguien podría quitarme la vida, tenía miedo, alguna vez apunte y dispare un arma, no esta, no sabía si lo recordaba bien.
Fastidiado apague las luces de mis tenis, una paz me invadió, me senté en medio de los remolinos de polvo y vi el horizonte, a parte de los árboles nada se movía, en este lado de la ciudad todo está muerto, incluso la esperanza. Finalmente aparecieron, un auto gris, todo polarizado, con luces estridentes y un excelente equipo de sonido puesto al tope, derrapó frente a mí y me abrieron la puerta. A pesar de que por fuera se veía como una fiesta con ruedas y buen motor, adentro todos estaban tensos, cuatro chicos, Antonio manejaba y bebía sosteniendo un cigarro, de vez en vez soltaba una carcajada como de loco. -Llevas el arma, me pregunto Luis, un chico corpulento y moreno, asentí a modo de respuesta. El carro se alejó con prisa por el mismo lugar que había aparecido. Eran las 8.30 pm, estábamos en un parque del centro urbano, -vigila, me dijo Luis, volví a asentir y lo ví fijo, me di cuenta que ya no era tan joven como me había parecido antes, él por toda respuesta me volteo la cara y colocó a mis otros dos compañeros en otros puntos del parque, Antonio quedó en el carro, aparentemente tendríamos que huir, una especie de alivio me invadió al saberme el más cercano al carro.
Nuevamente estada en guardia, pero ahora no veía luces y sombras, veía posibles blancos, junto a mi sentía el peso del arma. Luis se sentó en una banca, junto a un hombre gordo y medio calvo, sin intercambiar muchas palabras, el gordo se levantó dejando una bolsa, Luis la tomo y reviso de una pasada su contenido, lo sopeso, vio para los lados y se levantó como cualquier persona, fuimos a cobrar la extorsión a los taxistas, ahora me doy cuenta. Viéndolo acercarse finalmente pude respirar aliviado y caminé también a la seguridad del carro. En un momento veo correr personas hacia nosotros, no policías, solo gente que corre. Tarde me doy cuenta que si son policías, sin uniformes, tienen armas, es una emboscada, aparte de mi nadie parece darse cuenta, siento que me voy a desvanecer, ¿cómo corro la voz? Saco el arma y disparo al aire, en el mismo instante me doy cuenta de mi error, acabo de delatar mi posición.
El parque no tiene muchas personas, somos blanco fácil, es muy tarde para enmendar mi error, así que hago lo que me parece más sensato en ese momento, estoy en el campo de batalla y acabo de abrir fuego. Me refugio detrás de un matorral, apunto y disparo, mis compañeros buscan refugio y comienzan a disparar también, Luis distinguió a los policías una fracción de segundo después que yo. Mis otros compañeros que estaban un poco más alejados dispararon sin ningún orden, aún no identificaban a los enemigos. Antonio nervioso hace tronar el motor, todos nos dirigimos al carro como podemos, cae uno de mis compañeros, llego al auto, Luis me pasa de un par de zancadas, subimos y cierra la puerta, ve a mi otro compañero, aún está respondiendo al fuego e intenta alcanzarnos, entonces desde dentro del carro Luis grita - vamonos, apunta a mi compañero y queda ahí tirado con la mirada vacía, está muerto. Me doy cuenta que mi lengua sangra, la estoy mordiendo y también deje de respirar, tomo una bocanada de aire fuerte. Aún no estamos a salvo, una patrulla escuchó los disparos y viene a por nosotros, yo estoy demasiado asustado para apuntar, mi cuerpo tiembla incontrolablemente, lloro como un reflejo, estoy aprendiendo el significado de no ser dueño de tu propio cuerpo, veo a mi compañero con la mirada vacía y expresión sorprendida cayendo mientras se le escapa la vida, nunca espero ese final, yo tampoco.
Luis me golpea la cabeza con el arma y empieza a disparar hacia nuestros perseguidores, me ordena con gritos que haga lo mismo, Antonio va fuera de sí, pero ahora está blanco y tembloroso. Todo aturdido intentó disparar, lo único que logro es vomitar, Luis vuelve a golpearme, mientras me insulta, dice que es mi culpa todo lo que esta pasando. La persecución se extiende hasta cerca de nuestro barrio, donde finalmente logramos perder a la patrulla, parecía estar al límite, es bueno vivir en un país de impunidad, donde las emergencias siempre pueden esperar, ninguna otra unidad policial arremetió contra nosotros, al poco dejamos el carro abandonado y corriendo entramos a nuestro barrio, sin fuerza paso por el descampado y me dirijo a mi casa, nadie me esperaba, fui a mi cuarto a tirar cosas, para liberar la tensión que tenía. Al día siguiente, la noticia era la muerte de un policía y tres civiles, dos de los cuales eran mis compañeros, también dejamos un saldo de siete personas heridas, tres de ellos policías. Esa mañana se vino el ejército al barrio, entraron a las casas sin preguntar y nos sacaron a todos, Luis había desaparecido, a él era al que querían encontrar. Identificaron a Antonio, porque el carro era robado, dijeron que podían probar que él había sido. De la balacera solo buscaron a Luis, yo por mi complexión y mi vestir, junto a la falta de tatuajes pase desapercibido. Pero cuando vi a Antonio, sabía que era cuestión de tiempo, irme engrilletado a la cárcel.
Esa noche y las siguientes dormí y no logré descansar, me despertaba en medio de la noche, empapado en sudor y sintiéndome ahogado, veía a Luis venir a dispararme, fue cuando empecé a consumir droga, en unos días unos “amigos” se unieron a mi vicio, ellos eran expertos, pero no podían pagarla. Me asustaba mi soledad, no quería morir solo, así que los invite con gusto,. Hoy que me despierto con la luz del mediodía golpeándome fuerte en la espalda desnuda, soy incapaz de saber cuándo fue la última vez que estuve consiente de mi existencia, estoy solo y espero, la vida es un eterno esperar, espero mi muerte aunque sea lenta la agonía, la sobrevivencia es demasiado dura a veces.