El espectáculo sexenal, o de cómo necesariamente terminamos hablando de política.

Hay una cierta tendencia en México a interesarse en la política casi exclusivamente en la temporada de elecciones. Esto es casi algo natural ya que los spots de campañas empiezan a darse desde muy temprano al irse destapando los candidatos y hasta los precandidatos, por lo demás únicamente se miran los autoelogios que el gobierno se hace durante todo su período. Podríamos decir que, si alguien en México gana gracias a los procesos políticos, estas son las compañías televisoras más poderosas del país, a saber, Televisa y TV azteca, las cuales se llevan espectaculares tajadas del dinero de los partidos políticos por diseñarles campañas tipo telenovela con el fin, supongo, de incidir en el subconsciente del ciudadano acostumbrado a este tipo de formato.

El expresidente Vicente Fox, por ejemplo, les ofreció un gran regalo durante su gobierno que se conoció como la “Ley Televisa”, la cual consistió en exentarlos en gran medida de impuestos y otras obligaciones que tenían las televisoras con los mensajes e informaciones del gobierno para los ciudadanos, que eran las justas en términos de tiempo sobre todo considerando que el espectro de transmisión es de los mexicanos; la exención sí significó una ganancia bastante considerable para las televisoras dados los millones que cobran por segundos de aparición en sus canales y que ahora reciben del gobierno por concepto de "comunicación social", la cual también diseñan y producen. Al actual presidente por ejemplo se le empezó a conocer con mucho más proyección por el romanticismo con que fue transmitida su relación con la actriz de Televisa Angélica Rivera mientras fue gobernador del Estado de México y se preparaba para la campaña presidencial. Nadie debería ignorar que estas dos empresas son las que más dinero se llevan gracias a la política en México.

Así, vamos llegando a la parte más intensa en el proceso electoral, cuya votación se celebra en julio. He de ser sincero, me he procurado mantener alejado de todo el ruido de la campaña hasta ahora y no conozco profundamente a los candidatos, con excepción de uno de ellos que va para su tercera campaña (López Obrador) y a otra aspirante de la que conozco el contexto del que proviene. Yo ya sé qué es lo que haré con mi boleta el día de las elecciones, que será como en la elección pasada, anularla.

Es mi parecer que se va dando el fenómeno, no sólo en mi país, de que no importa nada el candidato, ni siquiera el partido político al que pertenezca, si es de centro, derecha o izquierda, ya que el poder no lo tiene el pueblo y ni siquiera los gobernantes sino grandes corporativos internacionales y algunos nacionales que apalancan o traban cualquier decisión importante. Vemos a cada uno de los candidatos desfilar ante estos "señores", inclinándose, publicitando sus “propósitos de gobierno”, estos "señores" le dan dinero por igual a todos, aunque de manera proporcional, pues ellos están acostumbrados a este reto de “ganar-ganar”, total, el dinero lo sacan de muchas porquerías que nos venden. Así, cualquier gobernante que resulte queda obligado a intereses bastante alejados del campo social. La estructura del gobierno tampoco cambia en el país al cambiar al presidente ya que en el sistema de gobierno hay "viejos lobos de mar" incrustados a los que hoy se les ve como alcaldes, mañana como secretarios, luego como senadores, luego magistrados, después embajadores para regresar como gobernadores por uno u otro partido ya que también son “aviadores” y así se la van pasando. Ellos hacen la política del país desde los más bajos perfiles, en los oscuros sótanos de la corrupción, el espionaje político y el chantaje, son los que saben cómo es que se mueven o no se mueven las cosas.

Comentaré que existe una candidata independiente, llamada María de Jesús Patricio, “Marichuy”, surgida del movimiento y organizaciones indígenas que existen en el país agrupadas bajo el signo del Congreso Nacional Indígena y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, aquel ejercito en su momento liderado por el Subcomandante Marcos que en 1994 le declaró la guerra al gobierno mexicano y que desde entonces ha tenido presencia sobre todo en la organización social de las comunidades más desprotegidas y olvidadas por el gobierno del país. El zapatismo surgió con armas de palo según muchos rumores en la época y desde Chiapas lanzaron un fuerte mensaje de justicia social para el pueblo indígena hacia todo el mundo, el cual se volcó en apoyo a estos nuevos héroes. El EZLN de la mano de Marcos lanzó todo un despliegue de discurso, apoyado en el creciente flujo de información que significó el internet, que movió muchas conciencias dormidas tanto en el país como fuera de sus fronteras, la conexión con lo que en aquel entonces se dio en llamar “globalifobia”, opositores al neoliberalismo, no se hizo esperar. Sin embargo, la vasta experiencia del partido PRI, el cual gobernó al país por más de 70 años y en estos momentos tiene otra vez la presidencia, supo cómo ir menguando la influencia del zapatismo, proceso que no estuvo exento de hechos violentos y no pocas promesas incumplidas y cumplidas otras bastante menos, pero ese es el colmillo del PRI, que más que partido es una filosofía de vida en el gobierno y aun en algunos ciudadanos; el caciquismo, el corporativismo, la infiltración de movimientos, el desgaste, la mano protectora, la mano castigadora, el uso simultáneo de la ley y el crimen, sus métodos.

Hay un cierto pique innegable entre el zapatismo y López Obrador, ya alguna vez Marcos lanzó su “Otra campaña” cuando López Obrador quería presentarse como la opción para el pueblo y tenía bastantes posibilidades. En aquella ocasión la “Otra campaña” no tenía la intención de poner al EZNL en el poder, sino simplemente, “hacer campaña”. Lo cual desgastó tremendamente a López Obrador pues el EZLN hizo bastante acto de presencia también durante aquel proceso. Debemos decir de López Obrador que salió del PRI, estuvo en la conformación de un partido que alguna vez fue la opción de izquierda, el PRD, el cual al llegar al poder en la capital y otros estados se ha mostrado tan interesado en el beneficio propio como cualquier otro, llenando sus filas con los peores elementos. Necesariamente López Obrador conoce estos vericuetos pues ha participado en ellos, su nuevo partido MORENA, tampoco está exento de algunos escándalos y personajes de oscura trayectoria, es probable que el mismo López Obrador tenga algunos cabos sueltos y deudas por favores, por donde los "señores" del poder real en México pueden cogerle. De llegar a ganar este candidato, es mi parecer que nada ha de cambiar en lo tocante a llevar un país que es una sucursal de Wall-Street, el BM, el FMI, de las petroleras internacionales, en cada uno de los asuntos importantes. Sin embargo, López Obrador se encuentra ahora enfrentando el dilema “Marichuy”, lo cual seguramente le recuerda enojos y batallas pasadas. Del PAN, en esta ocasión aliado al PRD, no tengo nada que decir, sino que sólo ha demostrado su ineptitud y sujeción al PRI, a través de dos presidentes, con hechos.

En cuanto a María de Jesús Patricio he de decir de entrada que de mi parte apoyo toda la filosofía y principios de los que proviene su candidatura, la cual es esperanzadora, incluyente, horizontal. Tal es el espíritu de las comunidades y organizaciones indígenas en el país. De lo que estoy seguro es que su candidatura para participar en un sistema que está estructurado de tal manera que es prácticamente imposible cambiarlo desde adentro (vale la pena ver la película de alegórica precisión “La ley de Herodes” al respecto), hace pírricos los esfuerzos que su campaña está conduciendo para llegar a la boleta de elecciones. Es mi parecer, conociendo la historia reciente del país, que es imposible que María de Jesús llegue a la presidencia. Las campañas políticas se hacen con dinero y en este país, lamentablemente se ganan soltando mucho, hay un sector de voto duro que es fiel casi inconscientemente al sistema del cual es cliente por efímeros beneficios en tiempos electoreros. Lograr el anhelo de ver una presidenta indígena en este país significaría solventar ese costo, en primer término. Esta candidata debe aún obtener firmas para llegar a la boleta, es decir, aún falta un tramo, de trabajo, desgaste, dinero y tiempo. Recientemente tuvo un accidente carretero, sin caer en vanas sospechas, no deja de ser un punto de atención, hubo una persona fallecida. La campaña seguirá por llegar a esa “silla” que como ya he mencionado, está rodeada de personas que se han enraizado profundamente en la corrupción, nepotismo y oscuros favores. Yo preferiría ver a María de Jesús en otro tipo de acciones, transformando al país desde afuera del gobierno, transmitiendo toda la experiencia, organización y conocimiento ancestral del que junto a ella todos somos parte, estoy plenamente seguro que dentro de la cloaca que es aquel sistema se verán perdidos todos sus esfuerzos, en el remoto mundo posible en que la llegáramos a ver triunfante en este proceso.

Volviendo a la televisión mexicana, no deja de llamar la atención el hecho de cómo han mediatizado esta candidatura, azuzando la opinión racista de la cual no está exenta esta sociedad, jugando con la imagen de la candidata y recientemente con la cobertura de aquel accidente. Sin duda los empresarios televisivos que son dueños del consorcio informativo nacional (periódico, radio, internet) jugarán con su figura como mejor les convenga, de acuerdo a las apuestas que en cuanto al futuro del país están emprendiendo.

La campaña desde mi punto de vista comenzó con el pie izquierdo, pues todos los partidos tomaron como pretexto el sismo ocurrido el 19 de septiembre del año pasado para comenzar la guerra de descalificaciones y trapos sucios, del maquillaje, del flujo de los millones, que es de lo que se tratan las campañas en estos tiempos. Ayer tembló en el país nuevamente, tal vez como un recordatorio de que si no es por nosotros mismos, no hemos de salir del desastre en el que se ha convertido la estructura del gobierno que contagia al entramado social. No será ningún presidente o presidenta el que salve la situación si no somos nosotros quienes tomemos las riendas de las leyes, la política, la cultura, la economía y los recursos del país, todos los cuales han costado trabajo, compromiso y mucha sangre tras larga Historia.

Ojalá que en mi país y en Latinoamérica podamos encontrar los medios de cortar los hilos que nos atan a estos “señores del poder” que con uno u otro signo exprimen al ciudadano común. No creo en este voto, que aunque en mi país está mal visto anular, lo hago a plena conciencia de que les llega un mensaje. Creo en el futuro impacto y revolución económica que se viene, que es también en cierta manera político-social y será mundial. Espero de mi parte continuar creciendo con este país que estoy seguro seguirá encontrando la forma de organizarse bajo nuevos pactos más equitativos y respetuosos de toda nuestra gente, sin importar ya más las divisiones que quieran imponerle. En el más corto plazo mi deseo es que salgamos bien librados de las “basuras” de esta campaña (me refiero a las que después se ven tiradas por las calles, para no herir susceptibilidades). Tal es mi opinión, que es tan cuestionable y rebatible como lo podría ser cualquiera.

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