Cuando las leyes fallan
Cuando ocurre un desastre, ¿por qué la ley y el orden se descomponen casi que de inmediato?
Ya sea un evento natural o artificial, ¿por qué las personas cercanas actúan de manera subyudice como si las leyes no existieran? Durante los cortes de electricidad algunas ciudades experimentan saqueos. Después del huracán Katrina hubo intimidación y tiroteos. Los disturbios relacionados con la raza y la pobreza ocurren con frecuencia en las principales ciudades. En minutos los ciudadanos obedecen las leyes y luego algo provoca que los ciudadanos ignoren la ley.
¿Podría ser que las leyes sólo sean toleradas y funcionales en una sociedad donde todo es pacífico y apropiado? ¿Un pequeño porcentaje de la población desea robar y asesinar, pero sólo actúan con sus impulsos depravados cuando las autoridades están distraídas y es probable que eviten el castigo?
Cuando las torres del World Trade Center se derrumbaron y las calles estaban llenas de polvo y pánico, ¿enjuiciaron las autoridades a quienes robaron bebidas de las tiendas? ¿Las leyes contra el delito son menos válidas durante una conmoción? ¿Es la ley (y la probabilidad de aplicación y castigo) la que es deficiente, o son las personas el problema? El adolescente que robó un autobús en Nueva Orleans y condujo a docenas de refugiados del huracán a un lugar seguro fue arrestado inicialmente, pero rápidamente liberado y perdonado por las autoridades.
¿Por qué la propia ley consagra excepciones, por ejemplo, "Es ilegal robar un autobús, pero nos hacemos los de la vista gorda si es por una buena causa". O "Es ilegal saquear ropa de una tienda, pero si las calles están llenas de gente con el agua al cuello, no investigaremos demasiado a fondo".
¿Se supone que los ciudadanos son lo suficientemente inteligentes o astutos como para saber cuándo una ley no se aplica en un día en particular? Si es así, entonces los buenos ciudadanos que obedecen todas las leyes pueden encontrarse en desventaja cuando se producen problemas.
Los requisitos de supervivencia, la pobreza y el deseo de adquirir posesiones, en combinación con una menor probabilidad de ser capturados, parecen ser los principales motivadores para una persona que esté decidiendo si violar o no una ley.