Mamá, ¡vas a ser abuela!

No sé si esa noticia la puede entender cualquiera.  

Sobre todo en estos tiempos en que se desalienta tener familia. 

Para el que haya estado en mis zapatos o se imagine lo que podría ser, piense: que tu hijo venga un día y te diga que vas a tener una cosita chiquitita y calentita entre tus brazos, que vas a ayudar a criarlo, que lo vas a ver crecer y un día te va a decir: “te amo, Iaia”. 

IAIA.  

Qué palabra que odiaba cuando no tenía hijos. 

Nunca entendí de donde había salido y me sonaba horrible. 

Después me enteré de que es una herencia de los inmigrantes griegos del siglo XIX, abuela en griego se dice “iaiá”, y aunque ahora lo deformamos y acentuamos en la primera sílaba hay montones de niños que llaman así a su abuela. 

Mis hijos le decían así a la mamá de mi esposo y a mí no me gustaba mucho, pero a ella sí, de modo que no decía nada. 

Y cuando mi nieto empezó a hablar, un buen día me lo dijo a mí: “Iaia”. Y yo me morí de amor, y me importó muy poco de donde viniera la palabra. 

Hace 7 años que soy “Iaia Lau”, y me encanta. 

Eso significa que otra vez voy a buscar un niño a la escuela. Y algunos días en la semana lo llevo a la práctica de fútbol (aunque a mí no me gusta el fútbol), y los sábados vamos al partido con el abuelo (el Tata) 

No sé si voy a tener más nietos, lo único que sé es que tener un niño otra vez en mi vida me ha hecho reencontrarme con una parte de mí que estaba guardada, escondida, en suspenso. 

Porque tener un hijo no es lo mismo que tener un nieto. Uno se llena de responsabilidad con los hijos, se hace consciente de la misión que la vida le puso delante: formar un ser. 

Con los nietos es distinto. Sí, claro que uno participa en la formación, claro que se acuerda de que es un ejemplo, pero el responsable es el padre. 

Uno ya transitó ese camino, ahora es momento de disfrutar la crianza, de vivir las cosas con más juegos, más risas, más secretos entre abuela y nieto, jaja. 

Ahora me toca ver a mis hijos preocupados como estábamos nosotros, y es mi turno de hacer lo que hacían mis padres conmigo, decirles: “Qué estupendo lo estás haciendo, todo va a salir bien”. 

Imagen cortesia de Pixabay, fotos familiares.