Pero más allá de la soledad que se siente en la calle, está la soledad que hay en las instituciones escolares, como ya he mencionado antes, trabajo en el Conservatorio de Música del estado Aragua, en ésta institución el horario de trabajo es vespertino, ya que los niños y jóvenes que estudian aquí, en las mañanas están en sus escuelas convencionales. En años anteriores el Conservatorio ha tenido una matrícula escolar entre 500 a 800 estudiantes; todos ellos distribuidos en las cátedras de Lenguaje Musical, Teoría y Solfeo, Coros, Instrumentos, Orquestas y las distintas agrupaciones instrumentales. Teníamos una cantidad de docentes suficientes para poder atender a todos estos estudiantes y se realizaba un excelente trabajo.

Sin embargo, este año escolar desde que comenzó todo ha ido en decrescendo (término musical que significa disminuyendo). Empezando porque se han ido de la institución 13 profesores, emigrando a otros países buscando una mejora económica. Esto nos llenó de mucha preocupación, porque ¿cómo podríamos atender tal cantidad de estudiantes? Pero, para nuestra sorpresa no solo disminuyó la nomina de docentes, sino que también empezó a disminuir la nomina de estudiantes, a tal punto, que se ha tenido que reunir o agrupar dos y tres secciones en una sola.

En los años que tengo en esta institución, siempre me ha tocado trabajar con secciones muy numerosas, en cada aula podía tener entre 20 y 25 niños, que al final del año escolar quedaba reducida de 18 a 20 niños. En el caso de los coros, llegamos atender la cantidad de 100 a 150 niños por tarde. Cada tarde atiendo 2 secciones de 20 niños, cada una.

Increíblemente en este mes de marzo de cada sección en las que tenía 20 niños inscritos me quedan aproximadamente entre 5 y 8 niños; me ha tocado hablar con los padres para poder unir las secciones, por supuesto esto implica cambios de horas que les puede llegar afectar sus otras actividades. No obstante, ellos atentos a la situación que estamos viviendo han sido muy colaboradores y hemos llegado a acuerdos en el cambio de los horarios para poder mantener la motivación en los pocos estudiantes que quedan.

Es muy triste y preocupante la situación que estamos viviendo. Al conversarlo con colegas que trabajan en otras instituciones me manifiestan que están viviendo situaciones muy similares. Yo también trabajo en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador y la soledad en los pasillos y en aulas es impresionante, se podría decir que no hay vida universitaria, da miedo ir a dar clases porque en las aulas en donde debo estar es muy solo, no muestro fotos de la realidad porque no es recomendable llevar el teléfono, ya que los robos dentro de la institución son muy frecuentes.

No quiero por medio de mi escrito llenar de desesperanza a mis queridos amigos lectores. Simplemente quería expresarles, contarles lo que estoy viviendo, lo que estamos viviendo en Venezuela. Los que todavía quedamos aquí, vivimos con la esperanza que esta situación va a cambiar, y más allá, vivimos confiados en Dios, que no nos abandonará y proveerá de lo que necesitemos mientras estemos en esta situación.