Tu templo
Desde que tengo memoria me he preguntado sobre que partes de mi cuerpo debo cambiar y con el paso del tiempo, para complacer a las personas que estan en mi vida esas interrogantes eran resaltadas. Experta hallando los defectos e ignorando cualquier posibilidad de belleza. Si bien es cierto que yo misma construí esas toneladas de desprecio sin necesidad de ayuda de un tercero, la presión indirecta de otros no ayudó. Llegas al punto en que eres un ser amargado e envidioso, siempre insatisfecho ante el espejo y con miedo de mostrarte al mundo, conformandote con muy poco o nada porque no mereces más y es gracioso pensar en la posibilidad de mejorar.
Sin embargo, esas sensaciones estan llenas de una energía negativa que te succionan la vida y te destruyen tal cual "dementor". Y honestamente, me cuesta creer que haya alguien que quiera sentirse así, o por lo menos yo era esa persona que quería librarse de la carga. Ahora bien, después de tantos años he comprendido una verdad que estuvo siempre allí latente pero que nunca quise ver: soy hermosa. Pero no porque se trate de que tengo ciertas características en especifico ¡No! sino porque me quiero y ahí radica la verdadera belleza, no se trata de peso, tallas, curvas, color, ni nada de eso, se trata de aceptarte como eres.
Hoy en día sé que en mi cuerpo hay muchisímos defectos o cosas que no precisamente me encantan, pero no me martirizo por ello, porque me quiero y una cicatriz, estrías, manchas no me hacen fea o un ser despreciable, me hace humana. Tú tienes un envase único e irrepetible y es tu templo, por lo cual es tu decisión que hacer con el. Puedes escoger lamentarte por detalles toda tu vida o ponerle amor al asunto y festejar lo que eres. No importa que diga el otro, importa lo que digas tú.
En conclusión ama tu cuerpo, porque tú eres la única opinión realmente indispensable.