La vida en una rosa.
Paseando por el camino de la vida descubrí que esta tenía un inmenso jardín lleno de todo tipo de flores con muchos colores, en medio de ella estaba un rosal y por encima de todas salía a relucir una en el tope, la más alta y la más bella, me quede ilusionado con su belleza, no sabía que la necesitaba hasta que la vi ahí en ese jardín, en mi mente paso un pensamiento - Tengo que tenerla- quiero guardarla y quedármela para seguir apreciando su belleza.
Pero me di cuenta que si quería tenerla en el camino tenía que pasar muchas pruebas, en mi cabeza empezaban a salir miles de planes e ideas para llegar a ella, a veces mi mente se debatía entre ellas y las demás flores, me decía: “Para que quieres ESA rosa”, “mira ese clavel está muy bonito ¿verdad?”, “Mejor toma ese girasol que tienes enfrente”, “Una rosa no vale tanto la pena”. No importaba cuanto se esforzara en tratar de hacerme cambiar mi opinión, me mantuve fuerte y mi mente comprendió que no había caso, tenía que cooperar conmigo para averiguar cómo llegar a ella.
Eso hizo, mi mente y yo nos hicimos compañeros y juntos comenzamos crear los planes para tener esa rosa. Con todo trazado me puse a la obra, fui abriéndome camino en medio de ese jardín tan amplio, el calor era agobiante y la rosa estaba muy lejos, pero cada paso que iba dando era uno menos para llegar a la meta, en el camino me topaba con más flores de todo tipo, algunas veces me veía tentado a tomar cualquier otra, todas eran bellas y tenían mucho que ofrecer, incluso podía tomar varias de ellas no sólo una, pero me quería mantener fuerte en mi convicción y seguía adelante ignorando a todas las demás.
En mitad del camino empezó a nublarse el cielo, pequeñas gotas caían del cielo, por el aspecto de las nubes tan grises que se iban agrupando encima de mí, sabía que iba a llover muy fuerte, mi mente de nuevo me decía que abandonara mi meta y volviera cuanto antes para buscar refugio, pero le di un rotundo no como respuesta, no importa si truena o relampaguea seguiré adelante. En efecto comenzó a llover muy fuerte me estaba empapando y el viento torrencial trataba de alejarme del camino, además con el lodo que se formaba por la tierra de ese jardín me ensuciaba toda la ropa, no podía abrigarme de la incesante lluvia, no había ningún árbol o techo donde esperar a que bajara la intensidad de la tormenta, sólo había un camino, seguir al rosal, cada vez faltaba menos.
Después de tanto caminar fue escapando y saliendo de nuevo el sol con su intenso calor, al darme cuenta ya había llegado al rosal agotado por todo lo recorrí, mojado y con calor al mismo tiempo y sin poder tomar agua ya que no cargaba ningún termo conmigo, a pesar de que llegue a ese rosal, todavía faltaba la prueba más grande, la rosa que quería, la más bella, grande y que relucía por encima de todas estaba en el medio, tenía que pasar por un nuevo camino lleno de espinas.
A pesar de estar tan cansado y con muchas ganas de volver a casa, no podía abandonarlo todo y regresar sin la única razón por la que ya había aguantado tanto, seguí adelante aunque sin tanta convicción como antes.
Atravesando ese rosal que tan hermoso se veía a lo lejos escondía en el millones de espinas, me preguntaba cómo puede ser que tanta belleza podría ocultar algo como esto, cada paso que daba significaba recibir más heridas por esas espinas, mi ropa se rasgaba y la rosa a pesar de poder verla cada vez más cerca parecía estar en realidad cada vez más lejos, decidí entonces apurar el paso y pasar rápido de ese sufrimiento, pero fue una muy mala idea, mi movimientos eran más bruscos y me hacía más daño, me frustraba mucho, pero logre comprender que si quería llegar a mi rosa, tenía que soportarlo y hacer un paso lento y seguro, no importaba el tiempo que me tomara.
Por fin llegue al pie de la rosa, herido y con la ropa rasgada por las espinas, cansado, con mucha sed y ese calor agobiante que hay después de una lluvia tan fuerte, antes de extender mi mano para tomar esa rosa tan apreciada por mí, me quise detener a pensar “¿Valió la pena?” Me di la vuelta y quise recrear toda esa travesía, pude ver como un joven caminaba en medio de un jardín con tantas flores bellas a su alrededor e ignorarlas, su cara y su ropa llena de sudor por el calor y la larga caminata, el momento que llego la lluvia para hacerlo todo más difícil, los gestos en su rostro de dolor por cada espina que rasgaba su piel y su ropa, su cara de frustración con ganas de que todo se acabará pronto, hasta que al fin, llegó, llegó a donde siempre quiso hacerlo y está ahí parado viendo la rosa a pocos centímetros, listo para tomarla, como tanto lo deseo.
En ese momento voltee de nuevo a ver la rosa, me quede observándola y saque una sonrisa y le dije unas palabras -Todo esto por ti, una rosa que si arranco pronto se marchitará y dejará de ser la más bella de todas. En ese punto un nuevo deseo invadió mi mente, quería dejar la rosa ahí, para que siguiera viviendo y seguir siendo la más bonita de todo el jardín, no me importaba si me iba sin ella de aquí, me llevo a casa una recompensa más grande, sé de lo que soy capaz, sé que si me propongo algo lo alcanzaré, quise llegar hasta ella y lo logré, renunciaré a tenerla no sólo para que viva por mucho más tiempo sino porque quiero que cualquier otra persona que la desee tanto como yo lo hice alguna vez, se sienta sea capaz de atravesar todo un jardín lleno de dificultades, para sentirse inmensamente feliz de haber llegado a la meta y regresar a su casa sin un regalo material, pero con algo mucho mejor, porque de esa manera yo regresé a mi hogar.