Unlove (Historia corta) | Reina de corazones

in #spanish7 years ago

UnLove

“Para entraren en el reino de la muerte avancé por el pórtico de bronce que interrumpía las murallas siniestras. Sobre ellas descansaba perpetuamente la sombra como un monstruo vigilante. (…)”
El retorno, de José Antonio Ramos Sucre

Antes de ser reina la vida era fácil para Sofía, le gustaba mandar siendo una princesa y también le gustaba encargarse del jardín de su madre mientras ella reposaba por su enfermedad, pero una vez su madre murió, su padre se consumió en una tristeza imparable por la pérdida de su único amor, muriendo a días después.

Así fue como Sofía se convirtió en la reina de su pueblo y todas las responsabilidades cayeron sobre sus hombros. De hecho pasaron muchos años antes de que ella se sintiera digna de un trono y cuando hubo la necesidad de contraer matrimonio se negó rotundamente a dejarse mandar por un rey.

La primera vez que mandó a que le cortaran la cabeza a alguien fue cuando uno de la corte real se ofreció a ser su marido, era un ser despreciable, gordo y con entradas pronunciadas, así que la reina no se sintió mal por haberlo decapitado de inmediato, ya que lo sintió como una gran ofensa. Se sintió en paz, tranquila, como si hubiera nacido para esa clase de órdenes.

Un día un joven de cabello negro y ojos azules como el mar, se acercó a su trono para pedirle clemencia por sus pecados, fue un shock para la reina ver a alguien tan puro como aquel joven que no había hecho nada, pero que de todos modos se estaba disculpando por haber hecho algo malo. En ese momento la reina fue consciente de su corazón y está demás decir que se enamoró a primera vista, como a muchas personas les pasa.

— ¿Cuál es tu nombre? —logró decir luego de la impresión de poder sentir algo por otra persona.

—Damián.

El nombre le gustó.

—Eres un joven de puro corazón, serás perdonado con una condición.

—Dígame humilde reina, cual sea su petición yo la cumpliré —Damián se inclinó, quitándose su gorra de trabajo, puesto que era un obrero.

—Has de ser mi esposo.

Damián levantó la cabeza y frunció el ceño.

— ¿Usted, la soberana más importante del reino quiero mi mano?, ¿Qué cosa ve en mí para tal honor?

— ¿Eso quiere decir que aceptas?

Realmente la reina quería un sí por respuesta, porque cada minuto que pasaba sin la certeza de su posesión, era un minuto de sufrimiento para su corazón desbocado.

Damián dudó por unos segundos.

—Sí —dijo al final—. Quiero ser su esposo.

La boda ocurrió a la semana después, pero la consumación del matrimonio se llevó acabo ese mismo día, sin miedo, sin ánimos de espera. La reina nunca se había sentido una mujer hasta que estuvo con Damián y este no pudo evitar sentirse un hombre afortunado al estar con la persona que lo sacaría de su miseria.

Los primos años de matrimonio transcurrieron en completa calma, casi se podría decir que a la perfección, porque el reino se convirtió en uno de los más ricos, las personas eran relativamente felices y la delincuencia se había acabado una vez que la cero tolerancia de la reina se empezó a correr como un virus letal entre los habitantes. Damián resultó siendo un buen jardinero y con mucho cariño y dedicación plantó un rosal de rosas blancas alrededor del castillo en honor de su amada y sus padres muertos.

Aunque, como toda historia, nada podía ser perfecto. Una noche ella consiguió a Damián con una de las muchachas de limpieza en el propio lecho donde los dos se habían jurado amor eterno y su corazón quebró, murió, marchitó tal cual rosa.

—No, no, no… es lo que crees —intentó decir Damián luego de que la muchacha saliera corriendo fuera de la habitación—. Yo nunca…

La reina, quién siempre llevaba un cuchillo en su cinturón por protección, tanteo por la superficie del utensilio sintiéndose segura al tacto.

—No entiendo —dijo Sofía.

Damián se levantó en la cama y la sabana dejó ver su pecho desnudo y perfecto que había saboreado Sofía en todos los sentidos. Su cuerpo que era tan amado por ella y tan envidiado por muchos. ¿Cómo pudo esta persona engañar a la reina?, ¿cómo pudo siquiera aceptar estar a su lado lealmente?

—Yo te amo.

—No pareciera.

Sofía se acercó a la cama y con seducción fue pasando sus manos por el pecho de su esposo.

— ¿Fue mi error?, ¿no te complazco?

Damián estaba confundido, su miedo de ser descubierto lo había paralizado, pero ahora con su esposa pensando que el error era algo sexual, nunca se lo vio venir, por lo que llegó a la conclusión de la que reina estaba tan estúpidamente enamorada de él que una infidelidad era una minoría en su radar.

La reina siguió seduciéndolo hasta que estuvo encima de su esposo y con un solo movimiento sacó su cuchillo y lo apuñaleó en el corazón, una, dos, tres veces. Los ojos de Damián pasaron de la sorpresa, al dolor, al odio y luego a la resignación en un par de segundos. Pero la reina no se quedó solo con el placer de la sangre que emanaba de la herida, sino que una vez Damián estuvo muerto se apresuró a abrir más la herida y sacar su corazón.

Nadie no haya experimentado la sensación de tener un corazón humano en sus manos sabrá lo satisfactorio que es.

—De esta manera jamás volverás a amar a nadie que no sea yo —dijo la reina, quién no se había percatado de las lágrimas cayendo por sus mejillas.

Ahora, diez años después de aquello, estaba mirándose en el espejo, su reputación crecía en cada segundo que pasaba en su habitación.

—La gente me llama reina de corazones —le dijo a su reflejo, como si fuera una vieja amiga.

El cuchillo con el que había matado a Damián se había convertido en el cuchillo con el que había matado a miles de personas más. En otras personas, la decapitación fue reemplazada por la captura de corazones y con la sangre de ellos se tiñeron las rosas blancas del jardín que le recordaban a su difunto esposo.

—Creen que me he vuelto loca y quieren quitarme mi corona —añadió mirando al famoso cuchillo, justo allí, en su peinadora—, pero no los dejaré.

Agarró el cuchillo y pasó sus dedos por el filo, le echó una última mirada a su reflejo y con fuerza llevo el cuchillo hacia su corazón. Sin miedo, sin arrepentimientos.

Los habitantes del castillo años después hablarían del horrible suceso y celebrarían el día en que la famosa reina de corazones se suicidó con un golpe limpio en el corazón. La tradición era ir hasta el castillo en el aniversario del suceso, plantar rosas blancas y pintarlas con pintura roja cuando estas estuvieras listas.

***

Nota de la autora

Este relato lo escribí hace unas cuantas semanas, espero les haya gustado, dejen su comentario si quieres un poco más de este tipo de contenido y veré si se me hace posible concederlo.

¡Gracias por leer!

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