Escritura libre: Gorvenal II

La espada estaba ardiendo en frente de sus ojos, era algo maravilloso de ver para Gorvenal, ¿Qué se supone que significa eso?, pensó, pero en realidad sabía muy bien que significa, la verdadera pregunta es… ¿Ahora qué?, ¿significaba esto que lograría su acometido?, pensó en la bruja Megara, ella le había pedido que llegara a aquel lugar y firmara con su sangre, solo de esa manera sabría si los dioses lo estaban escuchando, al parecer lo estaban escuchando, porque las espadas no encienden en llamas normalmente, eso que estaba presenciando era un milagro y no se le podía llamar de otra manera, ahora la luz era otra, la luna ya no iluminaba toda la escena de Gorvenal, ahora también había una espada dueña de luz iluminando el paisaje, con un rojo intenso, Gorvenal contempló a altajura, que era el nombre de la espada, por un rato y después de que se acostumbró a la luz de su llama, la comenzó a mover de lado a lado, siempre mirando fijamente la llama roja intensa, una vez que sus ojos se acostumbraron a ella y la iluminación que brindaba, empezó a moverla más rápido y empezó a blandirla de aquí para allá, se puso en guardia y continuó blandiéndola, dando estocadas y realizando movimientos como si estuviera en un combate real, pero no había nadie, nadie más que pardo presenciaba aquella escena, claro que pardo no entendía lo inusual de la situación o al menos nunca hablaría de ello.
Gorvenal continuó agitándose y dando estocadas, también empezó a darlas tan fuerte que las llamas de la hoja metálica llegaran a apagarse, pero no lo logró, la hoja no se podía apagar por más fuerte que la agitara, cuando sostuvo a altajura con una mano solamente, solo entonces notó que no había siquiera pensado en su mano izquierda que es donde estaba la herida, la mano ya no estaba sangrada, acercó a alta jura para confirmarlo y la luz del fuego le demostró que precisamente no había sangre, solo una cicatriz muy roja y muy larga que iba desde el espacio que hay entre el dedo índice y medio hasta el inicio de la muñeca, formando una diagonal, pasó a alta jura ladeándola cerca de su cara y notó el calor que le causó un pequeño escalofrío pues la noche era fría, se movió hacia el árbol mas cercano y como la rama con hojas mas cercana le quedaba un poco arriba de la cabeza soltó por primera vez a altajura colocándola en la tierra, donde inmeidatamente perdió la llama, intuitivamente sin pensarlo mucho la volvió a tomar con ambas manos pero no iluminó de nuevo, la soltó y rápidamente cogió las hojas de la rama que quería alcanzar en un principio y las echó al suelo, tomó a altajura con desesperación empuñándola con ambas manos, como vio que nada ocurría y ésta vez volvió a encenderse estrepitosamente lanzando una llamarada que se extendió un instante hacia arriba y por poco toca lar ramas superiores del árbol.