Leer el primer mandamiento del escritor

Mucho se ha escrito sobre los beneficios que trae al ser humano el leer, ya que a través de la lectura se enriquece el léxico, se tiene acceso a otras culturas o se consigue optimizar los conocimientos educativos, entre decenas de cosas más.

De tal forma que siendo indispensable en el desarrollo de los saberes es sin dudas un acto que debe ser efectuado consuetudinariamente.

Es entonces elemental que para quien realiza las obras, por medio de la escritura, que otros leen, el nivel de conocimiento sobre la correcta forma de hacerlo debe ser elevado.

Durante años se ha asegurado que para ser un buen escritor, la persona debe ser un buen lector y la base de esta afirmación estriba en el hecho que la educación está soportada en la lectura, ya que es a través de ella es que los niños desarrollan habilidades para conectarse con el mundo y avanzar en su aprendizaje.

El hombre primitivo emitía sonidos que puede considerarse un lenguaje y los conocimientos que iba adquiriendo eran transmitido a otros hasta que por razones de tiempo y circunstancias se perdían, quizás esto fue lo que lo impulsó a buscar en la escritura una forma de perpetuar esos saberes y por medio de jeroglíficos tallados en piedra han llegado a nuestros días.

Actualmente nadie sabe cómo hablaban pero si lo que les ocurría gracias a esto.

Por lo tanto la escritura es el método para perpetuar las ideas, hechos, conocimientos y todo lo relacionado con el transitar por este mundo y es la máquina del tiempo que hará que estos sean conocidos en el futuro.

De tal modo que la veracidad o la forma de interpretación de los mismos deben contar con una buena transcripción y es allí donde es importante el escritor que haya logrado asimilar una técnica para que sus memorias cabalguen en ese corcel.

¿Y cómo ha adquirido esa facilidad?

A través de la lectura.

Puede resultar controversial pero no se adquieren habilidades y conocimientos en una determinada área si no es a través de la práctica de lo que se está asumiendo.

No adquiere habilidades para batear un beisbolista tirándole patadas a un balón de futbol, ni adquiere destreza para nadar alguien encestando un balón, en ambos casos existe un entrenamiento puntualmente dirigido a esto y para un escritor el mismo está basado en la lectura.

Hay que leer de todo, pero especialmente lo que lo familiarice con el lenguaje literario, ya que este representa el arma más importante cuando se desarrolla algún texto en alguno de los géneros de la literatura.

Recomiendo leer muchos clásicos e ir anotando en alguna libreta todas las palabras desconocidas para investigarlas y luego ir agregándolas en nuestro léxico.

Hacerlo de manera sosegada, tranquila, enfocada y activando la imaginación para que esta le permita ser parte viviente de lo que está leyendo y esto impacte en sus neuronas, quienes lo almacenarán y pondrán a disposición cuando lo necesite.

Leer debe ser un acto placentero que produzca satisfacción y sea capaz de producir sensaciones que se transformen en improntas en nuestra mente.

Acá también se aplica el axioma que calidad vale más que cantidad, con la excepción que lo último no incide profundamente en el resultado final.

Si aspira tomar las letras como su forma de comunicarse, expresarse o mostrar al mundo sus ideas, entonces su primer mandamiento es leer.

Y su segundo escribir, pero de eso hablaremos en otro post.