La diferencia de dar atención (Breve reflexión)
Ser bueno o malo, ser hábil o torpe: en realidad, no importa. Lo único importante es prestar atención. (...) Serenarse y aguzar el oído.
Hola Steemianos ¿Cómo están? Hace casi ya una semana que no me pasaba por aquí. Tengo una que otra complicación con el uso del internet. Después de todo vivo en Venezuela y ya sabrán las sin fin de situaciones. Eso no quiere decir que no se pueda.
Lo que leerán a continuación quizá les parezca que contiene tinte de autoayuda o reflexivo, yo diría que es más un llamado de atención a la sociedad en la que nos rodeamos. No suelo escribir este tipo de cosas, pero por propias vivencias me pareció necesario.
Ayer luego de tantos minutos en la para esperando el bus “Directo expreso” (que sale de los cerrajones y llega a la Av. Vargas), llegó uno y entre doble filas nos fuimos. Cargaba mi ejemplar de “El señor de los anillos: Las dos torres” (el 2do de la trilogía de Tolkien) que con la prisa en subirme no pude guardarlo en el bolso así que lo tenía en mi mano. Iba agarrado a la barra del techo haciendo equilibrio con el libro para que no le cayera a la señora que iba sentada frente a mí. En el recorrido, ensimismado mirando a través del vidrio alguien a mi lado derecho, a quien había visto por breves momentos mirar el libro, me habló:
—Chamo ¿dónde conseguiste ese libro? —miré y un muchacho como de mi edad era el que preguntaba.
Le expliqué que lo tenía de hacia como dos años y dónde lo había conseguido. De ahí, como era de esperar, nos internamos en conversaciones literarias, pasamos a hablar de “El hobbit”, nos entretuvimos conversando sobre Tolkien, los personajes, la fantasía y un poco más.
Luego de hablar unos minutos, él comenzó a hablar de lo que yo no sé nada en absoluto: juegos de rol y mazo de cartas. Por un momento solo me quedé escuchando lo que decía y pensando qué podía aportar yo a la conversación al respecto, la respuesta era: NADA.
Lo único que conozco del tema (y que es poco) es porque me lo han comentado conocidos y amigos. Ese poco si acaso incluye uno que otro tipo de jugar y nombres de juegos. Nada más. Pensé si debía, poco a poco, ir disminuyendo la conversación o si él se daría cuenta que mi desinformación sería suficiente para ir menguando sus palabras.
Decidí intentar con la conversación para saber hasta dónde podíamos llegar.
Aquí es donde hago la pregunta retórica ¿Pueden creer que mi atención fue suficiente? Es decir, él habló y habló, yo asentía, afirmaba lo que él decía, nombré esos pocos nombres que conozco y él parecía tomarlos de base para seguir hablando. Se notaba la emoción en su tono de voz y expresión corporal que hablaba sobre lo que le gustaba. No podía zanjar esa conversación solo por desinformación.
Allí recordé y comprendí algo:
Comprendí que no siempre debes saber algo sobre algún tema específico para poder tener una conversación agradable con alguien, incluyendo a un desconocido. Con darle la atención a una persona que habla sobre algo que le gusta, esa persona podrá hablar hasta el cansancio, y si no sabes sobre el tema entonces tampoco te hagas el que sabes, solo dile que no conoces, incluso pregunta y la otra persona podrá darte un poco de su conocimiento. No saben lo agradable que es aprender de una persona que sí sabe y maneja el contenido. Esto si el tema desde el inicio es de tu interés o al menos te causa curiosidad.
También recordé, y fue allí donde me identifiqué en cierto modo con ese que me hablaba (del cual ni supe nombre). Los que me conocen saben que una de mis pasiones es la literatura y de ello puedo hablar y hablar, y hablar hasta el cansancio. Las veces que he me topado con conocidos o amigos y sale a relucir el tema, comienzo a explayarme sin darme cuenta, porque lo que te gusta no sientes que te pesa, pero de un momento a otro te interrumpen y el tema, bruscamente, es cambiado dejando muy de lado lo que se decía. Te das cuenta que no les interesaba (cosa que es válido pero no el mejor modo de hacerlo) o que no te estaban brindando atención.
Que importante es darle algo de atención, sea mínima y cordial, a un allegado o desconocido. No sabes si es que esa persona no puede exponer el tema con las personas que conforman su círculo y cuando encuentra a quien le pueda atender, se siente vitalizado. A mí me ha pasado. Quizá a ti también con alguna otra circunstancia. Es cuestión de ponerse en los zapatos del otro por un rato.
Esto no es más un llamado de atención a la sociedad en la que vivimos, la cual se vuelve cada vez más fría por diversos motivos. Eso no quiere decir que toda la esperanza esté perdida, todavía queda algo en unos pocos.