Un dia en Pilcopata
Al levantarnos dominaba una espesa niebla. Por la noche había llovido y fuerte. Nos despertó el ruido de la lluvia contra el tejado, pero estábamos tan cansados que nadie hizo ningún esfuerzo en levantarse.
No fuimos al río a lavarnos puesto que la visibilidad era escasa y con la experiencia de la serpiente víbora hacia unos días, no nos daba seguridad no ver bien donde pisábamos.
Hasta pasadas las nueve de la mañana no se disipo la niebla.
Lucio el sol y la grandeza de la selva impero de nuevo.
Desayunamos con calma. Quim hizo un pastel con plátano frito por encima. Buenísimo.
Y tambien comimos plátano natural. Son mas pequeños que los que abundan por nuestra casa, pero muy dulces y sabrosos.
En la selva los plataneros abundan mucho. Solo hay que alargar el brazo y cogerlos...
Todos comimos con apetito.
Después de desayunar, mi hijo, Joel, al que le gusta la pesca de río, se puso manos a la obra. Y si, logro pescar creo que cuatro peces que, evidentemente, nos los comimos fritos para cenar.
Después, nos preparamos para salir de la selva y dirigirnos a Pilcopata. Ver el pueblo, pasear por sus calles, observar el modus vivendi de sus gentes.
Por la tarde queríamos visitar un chaman de la zona. Un chaman es como un medico, para nosotros, que usa la sabiduría de las plantas, de la naturaleza, para curar física y espiritualmente.
Ahora, Pilcopata, a punto ya de salir.
La carretera no era ninguna maravilla, pero comparándola con otras que habíamos transitado, nos parecía una autopista.
Casas típicas de esta zona. La verdad era que vivían en ellas campesinos pobres.
Pilcopata...
La iglesia... el edificio mejor construido y mas vistoso...
El abuelo dormitaba plácidamente. No le molestamos...
En el pueblo nos encontramos con unas turistas canadienses y una colombiana.
Junto al puente nuevo todavía se conserva el puente original. ¿ Alguien se imagina cruzar por ese puente a mas de cuarenta metros sobre el río? De acojone...
Comimos todos juntos y después siguieron su camino...
Pollo con arroz... Buenísimo
Solamente yo entre en la cocina del restaurante. Ni mi hijo ni nadie mas lo hizo. Nunca sabremos si los demás se hubieran comido el pollo con arroz de haber visto la cocina... Yo si me lo comí y estaba bueno.
Los hijos de la cocinera... Auténticos.
Después de comer íbamos a visitar al chaman.
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"El Viajero"
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